Esta guía ha sido elaborada con el objetivo de mostrar pautas, conductas y sutilezas que se presentan en mujeres autistas adultas y que con frecuencia son pasadas por alto por los profesionales (psicólogos o psiquiatras) al momento de evaluar y diagnosticar autismo a mujeres adultas.
Con relativa frecuencia se encuentra que los diagnósticos en mujeres adultas son errados, confundiéndolos con depresión, ansiedad, trastorno límite de personalidad, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, bipolaridad, entre otros, pasando años o hasta que dichas mujeres se den cuenta de que lo que en realidad sucedía era que se encontraban dentro del Espectro autista.
Las causas de lo anterior son, por un lado, los cuestionarios para evaluación del autismo, que han sido preparados pensando principalmente en conductas del sexo masculino, (por lo que no incluye muchas características de mujeres autistas) ya que por mucho tiempo, se pensó que solo los hombres podían ser autistas y por otro lado, por el efecto camuflaje (enmascaramiento) de las mujeres, lo que sesga los resultados.
El autismo es una condición heterogénea del neurodesarrollo caracterizado por diferencias en las habilidades de comunicación social así como patrones repetitivos de intereses o conductas, que afecta tanto a hombres como a mujeres, comúnmente más diagnosticado en niños, siendo las mujeres y las niñas típicamente diagnosticadas más tarde que los niños y hombres. No obstante, hay un creciente reconocimiento de la discrepancia entre los sexos con referencia a las tasas de prevalencia, síntomas presentados, diagnóstico y tratamiento. Para entenderlo, es importante saber que el autismo fue descrito en los años 40 como un “trastorno del contacto afectivo” y una “psicopatía autista” por Leo Kanner y Hans Asperger, respectivamente.
Alejandra Aceves