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Hablemos de los Trastornos de Conducta Alimentaria

Hablemos de los Trastornos de Conducta Alimentaria

En el día mundial de acción por los trastornos de la conducta alimentaria o TCA (recientemente rebautizados como trastornos alimentarios y de la ingestión de alimentos), es importante tomar conciencia de la importancia de este trastorno ya que es uno de los de mayor cronicidad y mortalidad dentro del ámbito psicológico. Más de un 4% de la población, en su mayoría mujeres adolescentes, sufren de TCA, siendo la primera causa de mortalidad por enfermedad mental en la adolescencia.

Un trastorno muy frecuente en la adolescencia

Aunque se da más entre el sexo femenino, se encuentra cada vez con mayor frecuencia también en los hombres. Que este trastorno inicie en la adolescencia no es casualidad, ya que este es un periodo vital en el que hay muchas inseguridades, con cambios físicos y psicológicos, es una etapa en la que no somos niños pero tampoco adultos, deseamos la aprobación de nuestros iguales, ajustarnos a las expectativas, hacernos un hueco en el mundo, ser capaces de lograr la independencia; surgen muchos miedos: al rechazo, al fracaso, a no ser capaces de hacernos cargo de nosotros mismos en el futuro, a la soledad, a los cambios… si a todo esto unimos una baja autoestima y la presión social reinante en torno al cuerpo, tenemos muchos de los elementos que pueden llevarnos a desarrollar un TCA.

Importancia de la detección precoz

Por ello es importante que la sociedad se conciencie de la importancia de la prevención de esta patología. Es una labor titánica, pero cuanto más se conozca el TCA, antes podremos hacer al menos una detección precoz, así que vamos a tratar de explicar de forma sencilla en que consiste este trastorno, del que tanto se habla pero que es a la vez tan desconocido.

Al contrario de lo que mucha gente piensa un TCA no es un problema con la comida, sino con la autoestima, pero que se expresa a través de la comida. Cuando una persona se siente poco valiosa y la sociedad le dice que si logra determinada imagen será vista como una persona exitosa, esa persona puede volcar su autoestima en lograr ese cuerpo con el que se sienta aceptada, pone su valía en función de su imagen porque siente que no tiene más que ofrecer, que no hay nada de su personalidad que a los demás pueda resultarles atractivo y surge la falsa creencia de que cuando hayan alcanzado un determinado ideal de belleza, todo les irá mejor.

Para lograrlo pueden realizar conductas que la sociedad acepta por “sanas” tales como hacer actividad física, beber mucha agua, comer sólo alimentos bio no procesados… y otras no tan “sanas” como los vómitos autoprovocados, el uso de laxantes y diuréticos, el abandono de las terapias de insulina en pacientes diabéticos, la restricción de ciertos alimentos o saltarse comidas. Este comportamiento lleva muchas veces al aislamiento social, genera irritabilidad, problemas de concentración y todo tipo de problemas médicos.

En este camino, se inicia un proceso de adicción, no a comer ni a no comer, no a vomitar, sino a la búsqueda de una imagen, y nunca se tiene suficiente. Incluso cuando la persona ya se ve “bien”, existe un miedo intenso a perder lo logrado, por lo que los síntomas alimentarios continúan.

Poner fin a los Trastornos de Conducta Alimentaria

Deberíamos preguntarnos si como sociedad, estamos haciendo todo lo que podemos para prevenir este grave trastorno que causa tanto la enfermedad como la muerte de muchos jóvenes. Lamentablemente parece que no lo estamos logrando. Movimientos como el “body positive” que tratan de que las personas muestren aceptación hacia su cuerpo, sea cual sea, siguen poniendo el foco, de nuevo, en el cuerpo, cuando de lo que se trata es de sentirse bien como personas. Debemos ayudar a nuestros jóvenes a desarrollar capacidades, adquirir herramientas y desarrollar la flexibilidad suficiente para sentirse capaces de afrontar los retos que les ponga la vida. Si logramos que adquieran una autoestima sana, a través de programas en colegios, escuelas de padres y cambios en los mensajes de las redes entre otras medidas, tal vez logremos reducir la incidencia de este trastorno.

Si estás interesado en desarrollarte profesionalmente en este campo, no dudes en consultar nuestro Máster en Trastornos de la Conducta Alimentaria.

 

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Acerca del autor:

Elena de la Horra
Psicóloga por la Universidad Autónoma de Madrid y realizó el Máster de Psicología Clínica y de la Salud en ISEP. Ha trabajado en la UAM realizando formación de formadores y se ha dedicado a la clínica privada desde hace más de 10 años. Desde 2012 forma parte del equipo del Centro Adalmed, especializado en trastornos de la conducta alimentaria, que cuenta con un hospital de día para el tratamiento de casos graves de este trastorno.

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