El trastorno bipolar solía conocerse como trastorno maníaco depresivo. Como el antiguo nombre sugiere, alguien con trastorno bipolar tendrá severos cambios del estado de ánimo. Actualmente, según el DSM-V, el trastorno bipolar se define como un trastorno crónico y recurrente, y se caracteriza por fluctuaciones patológicas del estado del ánimo. Las fases de la enfermedad incluyen episodios hipomaniacos, maniacos y depresivos.
Clasificación del trastorno bipolar
Se han descrito fundamentalmente, tres alteraciones del estado de ánimo:
- Bipolar I: en el que ha habido al menos una subida o fase maníaca que ha durado más de una semana mientras que los episodios depresivos suelen duran dos semanas. Algunas personas con Bipolar I tendrán solamente fases maníacas, aunque la mayoría tendrá también periodos de depresión. En fases maníacas, el paciente manifiesta un sentimiento extremo de bienestar, energía y optimismo; se muestra irritable ante personas que no comparten su estado emocional. También se ve alterada su manera de pensar y de juzgar, estando lleno de ideas nuevas y emocionantes y pasando de pensamiento a otro velozmente. Asimismo, puede sentirse lleno de energía, con dificultades para dormir, mayormente interesado en el sexo, hacer planes grandiosos y poco realistas, derrochar dinero, manifestar desinhibición, tomar decisiones arriesgadas sin mediar las consecuencias en incluso, ponerse en peligro.
- Bipolar II: en el que se tiene más de una fase depresiva severa pero solamente fases maníacas moderadas (llamadas hipomaníacas). En fases depresivas, el paciente puede romper a llorar sin motivo alguno, no es capaz de disfrutar de actividades que antes le generaban bienestar y manifiesta no sentir interés por nada. Se siente inútil, inseguro e incapaz de tomar decisiones, así como de culminar actividades que ya ha iniciado. Percibe dificultades para concentrase, disminución de la lívido sexual, alteraciones del sueño y el apetito, agotamiento continuo, aislamiento, sensación de desesperanza e incluso, ideación suicida.
- Ciclotimia: los cambios del estado de ánimo no son tan intensos como en el trastorno bipolar completo, pero pueden durar dos años en adultos y uno en niños y adolescentes. La ciclotimia, con el paso del tiempo, puede convertirse en trastorno bipolar completo.
Fases maníacas vs. fases depresivas
Si una fase maníaca o depresiva es suficientemente severa, el paciente puede presentar síntomas psicóticos.
En fases maníacas, los síntomas tienden a ser ideas grandiosas sobre sí mismo, que se tiene una misión importante que cumplir o que se poseen poderes y aptitudes especiales.
En fases depresivas, el paciente se puede sentir que es excepcionalmente culpable, que es peor que nadie, o incluso que ha dejado de existir. Además de estas creencias extrañas también se pueden tener alucinaciones (cuando se oyen, huelen, sienten o ven cosas, pero no hay nada o nadie para justificarlo).
Desde la última actualización del DSM-V, se ha planteado que no hay fases puras. Es decir, pueden existir episodios mixtos dentro del trastorno bipolar. Los episodios mixtos son las crisis en las que se mezclan síntomas de manía con depresión.
Abordaje psicoterapéutico del trastorno bipolar
En estos pacientes, es fundamental trabajar la psicoeducación para que estén informados y comprendan el curso del cuadro clínico. La autoobservación también es una medida de prevención para que atiendan los síntomas pródromos o señales iniciales que se presentan antes del desarrollo de una crisis, a partir de cambios que puedan observar en sus emociones, pensamientos y/o conductas.
Asimismo, se debe hacer énfasis en la importancia de una rutina que les permita tener actividades diarias enriquecedoras y equilibradas, en donde exista espacio para las responsabilidades, el autocuidado, el ocio y las relaciones interpersonales (que deben ser una red de apoyo fundamental), minimizando en la medida de lo posible las fuentes de estrés. Se ha demostrado que la terapia cognitivo conductual junto con la pauta farmacológica, sigue siendo la intervención más eficaz en este diagnóstico. No obstante, las terapias de tercera generación, como, por ejemplo, la Terapia de Aceptación y Compromiso, fomentan que el paciente diagnosticado tenga presente un yo compasivo, amable, que no se culpe a si mismo y sea capaz de buscar la mejor vida posible aun cuando su escenario está condicionado por el diagnóstico.
En este sentido, es fundamental trabajar con los pacientes la premisa de que el trastorno bipolar no es una decisión o falta de voluntad, sino una enfermedad, y como tal, es necesario caminar con ella a lo largo de la vida, pero no determina quiénes somos o qué podemos ser capaces de llegar a hacer. Lo mismo ocurre con las familias de los afectados y con la sociedad.
Visibilizar y sensibilizar a la población sobre esta enfermedad severa
El Día Mundial del Trastorno Bipolar, celebrado el 30 de marzo, es una oportunidad, no solo para darle visibilidad al tema, sino difundir la concienciación y fomentar el conocimiento sobre una condición de salud mental que afecta a más de 2 a 3% de la población mundial. Cuanto más hablemos de la salud mental, más ayudaremos a las personas con el diagnóstico a sentirse integradas en la sociedad y más desestigmatizaremos una de las muchas condiciones de salud mental que afectan a millones de personas en el mundo.
Finalmente, me gustaría compartir una frase que resume gran parte de la esencia de este cuadro diagnóstico:
“Cuando creo que nunca volveré a ver la luz, es simplemente porque estoy mirando hacia el lado equivocado del túnel”
(Milza López, Diario de una joven bipolar, 2015)
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