La fecha 20 de febrero de 2022 marca el inicio de un suceso desafortunado para la sociedad, siendo una invasión a Ucrania por parte de Rusia, misma que se venía advirtiendo, sin embargo, se mantenía la esperanza y temor en la población mundial de pensar que no sería de esta forma.
Naturalmente, la crisis irradia al mundo a partir de este evento desde el aumento de precios en combustible, alimentos, desbalance entre monedas internacionales, reajustes de políticas de protección, migración inminente, etc. A su vez, se muestra la angustia, tristeza y desamparo tanto en las víctimas como en la humanidad que ejerce una conducta observadora externa ante dicho evento histórico, que alcanza a experimentar también frustración originada de la intención de evitar que se expanda este enfrentamiento, así como el deseo de ayudar directamente.
Sentimientos generados por la crisis
Desde el ámbito político y económico se informa sobre el impacto esperado, siendo que, también la psicología es partícipe al establecer: ¿cómo gestionar sanamente el sentimiento de angustia y frustración ante un conflicto mundial? Es posible que, dichos sentimientos afloren conforme se actualizan las noticias sobre esta tragedia, a su vez, puede resultar dañino para uno mismo dejar que se acumulen internamente junto con pensamientos de inutilidad, deseo de cambio drástico, buscar entender el porqué de la situación, querer interpretar el odio, tratándose de cuestionantes tanto válidas como inciertas.
Previo a continuar cayendo sobre el bucle de pensamientos y sentimientos que al ser naturales, también resultan desagradables, es cierto que existen métodos de afrontamiento simples que nos orientan a desarrollar resiliencia. Esta palabra, nos indica la habilidad de saber adaptarse ante la adversidad, destacando que posiblemente no se tengan respuestas exactas sobre el hecho, haciéndolo más retador para algunas personas. De aquí partimos, hacia entender que dicha guerra es un reflejo de decisiones por parte de líderes políticos, aunque las consecuencias radiquen en un aspecto emocional dentro de uno mismo como se ha comentado con anterioridad.
El efecto de la sobreinformación
Con base a este planteamiento, obsesionarse con el consumo de noticias resulta innecesario y dañino. Lo recomendable es actualizarse brevemente sobre lo importante, en contraste a cultivarse de noticias positivas a nivel mundial, regional, comunitario, etc. Recordar que hay líderes de países y organizaciones que se pronuncian a favor de terminar la guerra, quienes actualmente se dedican a la gestión de ello. Reflexionar si nos identificamos con las conductas de indiferencia optando por conducirnos con empatía,
puede llevar a la oportunidad de replantearse el rol que ejerce en sociedad, si se desea tomar un papel más activo en la cooperación de catástrofes, esto se explica en el siguiente párrafo.
Tomar cartas en el asunto
Podemos dirigir el agobio hacia una acción funcional que reducirá la sensación de frustración y aumentará la esperanza de mejora, es decir, seguir cuidando de uno mismo, invitándonos a ser más comprensivos, además de apoyar en colectivos que se dediquen a brindar algún tipo de apoyo social a los afectados.
En caso de que la persona lectora, mantenga un vínculo con víctimas de esta guerra, puede facilitar información sobre centros de ayuda, acopio, organizar a la comunidad cercana para gestionar canastas básicas que vayan a ser donadas, al igual que liberar ropa del armario que pueda ser de utilidad. Por otro lado, las prácticas espirituales también reducen la sensación de ansiedad y desesperanza, siendo otra manera de aportar desde la esencia individual como se representa en grupos de oración.
Finalmente, el saber centrarnos en lo que corresponde al estilo de vida de cada quien, además de lo que podemos controlar, esto aligera la sensación desbordada de ansiedad y desamparo originadas por la incertidumbre sobre el desenlace de la guerra.
Excelente artículo, concreto e informativo.