El rendimiento académico es el resultado de la integración y asimilación del proceso de estudio y se expresa a través de los resultados académicos o calificaciones obtenidas. Esto implica medir el aprendizaje en función de los resultados y no necesariamente del esfuerzo académico, lo que a veces puede llevar a una significativa frustración, especialmente entre los estudiantes que enfrentan dificultades emocionales y/o conductuales que afectan negativamente su rendimiento.
El rendimiento académico se refleja tanto en factores individuales como en las habilidades y conocimientos adquiridos por el estudiante, y puede manifestarse en ámbitos generales, como el colegio, los hábitos y comportamientos de estudio, o específicos, como la forma en que el estudiante se desenvuelve en su vida y sus relaciones sociales. Además, factores sociales, como la influencia de la institución escolar, también influyen en el rendimiento académico.
El desempeño académico está influenciado por una variedad de factores, tanto externos como internos. Los factores externos incluyen aspectos socioeconómicos y culturales de la familia de origen, la metodología de enseñanza, los materiales educativos, la infraestructura y los métodos de evaluación. Los factores internos incluyen el esfuerzo personal, la motivación, la adaptación social, el ajuste emocional, la salud física, las deficiencias, los estresores, la predisposición, entre otros.
Daniel Goleman, en su libro Inteligencia emocional (1996), vincula el rendimiento académico con la inteligencia emocional y destaca varios aspectos que influyen directamente en la capacidad de aprendizaje del estudiante:
- Curiosidad: querer descubrir cosas nuevas y motivarse a adquirir nuevos conocimientos.
- Confianza: sensación de controlar y dominar su conducta y su comportamiento.
- Intención: querer conseguir algo y actuar con tal fin. Se trata de sentirse capaz de conseguir sus metas.
- Comunicación: querer compartir ideas y aprendizajes con otros.
- Cooperación: buscar ayuda en los compañeros y querer ayudarles.
- Autocontrol: controlarse a nivel interno sobre sus propias acciones e intenciones.
- Relación: compartir con los demás y estableces relaciones sociales.
En contraste con el éxito académico, se encuentra el fracaso escolar, que puede estar relacionado con factores que afectan negativamente el rendimiento escolar. Estos son:
- Dificultades socio-económicas o culturales dentro del ambiente familiar.
- Dificultades en el ambiente familiar: No solo el profesorado o el colegio determinan el éxito académico, sino que la familia tiene un peso importante en la educación de los estudiantes.
- Dificultades en los profesores: Incapacidad para motivar a los estudiantes, aplicación de técnicas innovadoras de aprendizaje, etc.
- Dificultades personales: motivacionales, emocionales, conductuales, etc.
Estas dificultades emocionales y conductuales tienen un impacto directo en el rendimiento académico de los niños, lo que a menudo sirve como un indicador de que algo está afectando al niño, y esto insta a los profesionales a investigar la causa de este cambio en el rendimiento. De hecho, uno de los principales síntomas de los trastornos emocionales y conductuales es la afectación en el rendimiento escolar, ya sea porque les resulta difícil concentrarse en los estudios, porque muestran apatía, porque su eficacia en las tareas disminuye o porque su comportamiento les dificulta tener éxito en las tareas escolares. Esta relación directa entre el rendimiento escolar y el estado emocional ha sido respaldada por numerosas investigaciones.
Los niños que enfrentan estas dificultades pueden entrar en una espiral de fracaso en la que las dificultades emocionales y los problemas académicos se retroalimentan mutuamente. Es decir, no pueden responder emocionalmente de manera adecuada, lo que les genera frustración en su desempeño escolar, lo que a su vez los lleva a no obtener los resultados académicos esperados y a sentir inseguridad sobre sus propias capacidades. Esto disminuye su motivación académica, y en última instancia, no se esfuerzan lo suficiente, lo que los conduce inevitablemente al fracaso escolar y refuerza los trastornos emocionales. La relación entre el fracaso escolar y los trastornos emocionales es bidireccional, ya que el fracaso escolar puede provocar trastornos emocionales, y las dificultades emocionales pueden provocar fracaso escolar.
Algunos de los principales síntomas asociados con el bajo rendimiento académico, que a su vez pueden contribuir a un menor rendimiento, incluyen:
- Ansiedad: problemas de alimentación, sueño, somatización, miedos…
- Síntomas depresivos: tristeza, labilidad emocional, falta de energía…
- Problemas conductuales: trastornos de comportamiento (prefieren que los otros les consideren “malos” antes que “estúpidos”)
- Trastornos adaptativos: se aísla de la clase, se desmotiva y se margina al compararse con el resto del grupo.
Las dificultades emocionales
Algunos de los principales síntomas asociados con el bajo rendimiento académico, que a su vez pueden contribuir a un menor rendimiento, incluyen ansiedad, síntomas depresivos, problemas de conducta y trastornos adaptativos. Las dificultades emocionales se presentan en una amplia gama de variaciones y grados, desde leves y transitorias hasta graves y crónicas, y su gravedad se relaciona con su impacto en las actividades diarias y las relaciones interpersonales. Las emociones desempeñan un papel esencial en la regulación del comportamiento y en la interacción social, ya que facilitan la conducta adecuada en función del entorno. También desempeñan un papel crucial en la motivación y la realización de conductas.
En el caso de los niños y adolescentes, las emociones suelen ser más intensas, transitorias y sujetas a cambios rápidos de intensidad en comparación con los adultos. Aquellos que no pueden expresar sus emociones verbalmente tienden a manifestarlas a través de su comportamiento.
Las dificultades de conducta
La conducta es el resultado de las reacciones a determinados estímulos en el medio ambiente en el que se producen, y está mediada por muchos factores personales, como el aprendizaje, las experiencias previas o la educación.
Las dificultades de conducta se refieren a pensamientos y comportamientos no adaptativos que pueden ser:
- Externalizadas: dirigidos hacia el exterior, hacia otras personas de su entorno, como agresiones, robos, violencia, rabietas, insultos, malas contestaciones, frustración…
- Internalizadas: dirigidos hacia el interior, hacia uno mismo. Ejemplos: ansiedad, depresión, ira, somatizaciones…
En los trastornos o dificultades de conducta, influyen factores biológicos, como rasgos genéticos, cerebrales y bioquímicos, a la hora de su desencadenamiento. Además, factores personales, como la personalidad, la forma de ser del niño o adolescente, que incluye su temperamento, impulsividad, atribuciones y autoestima, también desempeñan un papel importante. Estos aspectos suelen tener una base innata, pero están directamente relacionados con la influencia del entorno y el proceso de aprendizaje. En este sentido, los factores familiares tienen un impacto significativo, no solo en el desarrollo, sino también en el mantenimiento de estas dificultades. Esto incluye la psicopatología familiar, los conflictos en la pareja, así como los estilos de crianza y la comunicación familiar.
Entre los principales problemas de conducta que se encuentran en la población infantil y juvenil se incluyen:
- Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), caracterizado por un patrón persistente de inatención y/o hiperactividad-impulsividad que afecta el funcionamiento y el desarrollo del individuo.
- Trastorno Negativista Desafiante (TND), que se manifiesta a través de un patrón de enfado, irritabilidad, discusiones y actitudes desafiantes o vengativas en niños y adolescentes
- Trastorno Negativista Desafiante (TND), que se manifiesta a través de un patrón de enfado, irritabilidad, discusiones y actitudes desafiantes o vengativas en niños y adolescentes.
- Trastorno Explosivo Intermitente (TEI), que se caracteriza por arrebatos recurrentes de comportamiento que reflejan una falta de control de impulsos de agresividad.
- Trastorno de Conducta (TC) se presenta como un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el cual no se respetan los derechos básicos de otros, normas o reglas sociales propias de la edad.
La intervención psicopedagógica en caso de trastornos de conducta debe ser multidisciplinaria y dirigida a todos los agentes involucrados en la educación del niño, incluyendo la familia, la escuela y el propio estudiante. Esto implica recopilar información relevante para comprender cuándo y con qué frecuencia se produce el comportamiento problemático. Luego, se definen de manera operativa los comportamientos a modificar, centrándose en lo que se espera que el niño haga en lugar de lo que debe evitar.
A continuación, se aplican técnicas operantes para aumentar o disminuir la frecuencia de los comportamientos, siempre de manera combinada. Es decir, que si queremos disminuir un comportamiento (pegar) se aplicará la técnica elegida para disminuirla, pero hay que aplicar la técnica para aumentar un comportamiento alternativo (tratar con respeto).
- Técnicas para disminuir la frecuencia de una conducta: castigo, extinción, tiempo fuera, sobrecorrección y coste de respuesta.
- Técnicas para aumentar la frecuencia de una conducta: refuerzo, contrato conductual, economía de fichas y modelado.
Por lo tanto, los profesionales nos enfrentamos al desafío de explorar a través de una evaluación adecuada de la sintomatología cuál es el factor desencadenante, es decir, si la disminución del rendimiento académico es consecuencia de dificultades emocionales o conductuales, o viceversa. Romper este ciclo vicioso y prevenir su aparición es una tarea en la que deben participar activamente los padres, los profesores y otros profesionales que interactúan con los niños y adolescentes.
Además, los profesionales en el ámbito educativo no están exentos de experimentar dificultades emocionales relacionadas con su profesión. De acuerdo con el último estudio «Ánimo Profesional 2023» de la Udima, aproximadamente el 39% de los docentes reporta experimentar un estado emocional que podría estar asociado a la depresión. Por lo tanto, el autocuidado, la gestión del estrés y la implementación de estrategias para afrontar las demandas diarias son de suma importancia para que los docentes puedan brindar un apoyo efectivo a sus alumnos en este sentido.
Formación relacionada
Ante las necesidades descritas anteriormente y teniendo en cuenta la compleja realidad de los espacios educativos contemporáneos, el nuevo Curso de Experto en Detección e Intervención Psicoeducativa en el Aula de ISEP se presenta como una solución integral. Este curso se ha diseñado para abordar los múltiples desafíos que convergen en el entorno escolar, convirtiéndolo en un crisol de oportunidades y retos. En la actualidad, la escuela desempeña un papel fundamental en el bienestar integral de los estudiantes, no solo en términos de conocimientos académicos, sino también en su desarrollo emocional, social y conductual. El curso tiene como objetivo proporcionar a los educadores y profesionales las herramientas, estrategias y conocimientos necesarios para identificar y abordar las dificultades psicológicas que los alumnos puedan experimentar en este contexto en constante evolución. Además, se centra en la detección e intervención de las realidades clínicas y subclínicas más frecuentes en la infancia y la adolescencia, lo que incluye las dificultades conductuales, emocionales, sociales y grupales que con frecuencia se manifiestan en el aula.
Este programa formativo ofrece a docentes y personal educativo pautas y estrategias concretas para hacer frente a estas dificultades y, de esta manera, brindar un apoyo significativo a los estudiantes y sus familias.