En el frío mundo de los juzgados, donde la ley a menudo parece distante de la humanidad que busca administrar, los «Perros de Apoyo a Menores en Juzgados» han surgido como faros de calidez, un aliado silencioso en medio de la rigidez legal. Este artículo explora la esencia de este servicio puesto en marcha en la Comunidad de Madrid desde 2015, más allá de las estadísticas y los objetivos, centrándose en la profesionalidad y profundidad emocional que estos compañeros peludos han insuflado en el sistema judicial.
Beneficios del apoyo canino para menores en procesos judiciales
Un refugio en la tormenta legal:
Bajo el resguardo de una transición hacia una Justicia terapéutica, este proyecto se erige como un bálsamo para los y las menores que se exponen a los entresijos judiciales.
En un esfuerzo por responder al Decreto 28/2020, del Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid, los Perros de Apoyo se convierten en guardianes de la seguridad emocional de los y las menores inmersos en procesos legales.
La compañía que no juzga:
En los pasillos silenciosos y salas de espera frías, los Perros de Apoyo (en adelante PPA) se convierten en testigos silenciosos de las historias de los y las menores. Su presencia no sólo favorece la visibilidad de los y las jóvenes ante los ojos de la ley, sino que también ofrece un apoyo incondicional, una conexión sin juicio que trasciende las formalidades judiciales. Los PPA actúan como un colchón emocional durante todo el proceso judicial. Su presencia es tranquilizadora en un ambiente que, de otra manera, resulta intimidante.
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Aligerando el peso de las palabras:
Los y las menores enfrentan un doble desafío en los procedimientos legales, la necesidad de recordar y comunicar experiencias traumáticas mientras gestionan el estrés inherente al sistema judicial, aquí los PPA, como mediadores emocionales, ofrecen un espacio seguro para abordar estos recuerdos dolorosos. El vínculo afectivo con el Perro de Apoyo (en adelante PA) crea un ambiente de seguridad y apoyo emocional, reduciendo las barreras psicológicas que podrían obstaculizar la expresión de recuerdos difíciles.
La ansiedad asociada con la rememoración de experiencias traumáticas es una barrera común en la comunicación efectiva. Los PPA actúan como ansiolíticos naturales, reduciendo la ansiedad y permitiendo que los y las menores se sumerjan en sus recuerdos traumáticos de manera más gestionable y menos abrumadora.
Metodología de los Programas de Perros de Apoyo (PPA):
La intervención de los PPA en el ámbito judicial se estructura en tres fases, cada una con objetivos específicos que convergen en dos metas generales: la protección del menor y su apoyo emocional, así como la obtención de declaraciones fidedignas en un ambiente amigable.
Fase introductoria: creando un ambiente de confianza:
Antes de la entrevista, los y las menores esperan en una sala, acompañados o no por sus padres. La anticipación al interrogatorio genera ansiedad y miedo. Al presentar la presencia del PA, se logra un alivio emocional tanto para los y las menores como para sus familias. Esta medida se revela como un enfoque innovador para desviar la atención del temor a la exploración y enfocarse en la conexión con el PA.
Entrevista: tranquilidad y enfoque en la información.
Al dirigirse a la sala de entrevistas, el/la menor toma la correa del PA, materializando el vínculo entre ambos.
Durante la entrevista, el PA se coloca junto al/la menor, preferiblemente subido a un sofá dispuesto en la sala a este propósito. La presencia del PA actúa como un factor tranquilizador, permitiendo que el/la menor se muestre más abierto y relajado. Es crucial que el PA sea un agente pasivo, evitando cualquier percepción de distracción.
Despedida: atenuando el impacto traumático:
La despedida se realiza de manera cálida, desviando la atención del motivo de la exploración. Se favorecen recuerdos positivos, como una foto junto al PA, realizar una habilidad sorpresiva con el PA o hablar de aspectos de la vida del PA. Esta atención post-entrevista busca mitigar el impacto traumático, suavizando la experiencia para el/la menor.
Dada la naturaleza traumática de estos procesos, la presencia del PA refuerza los efectos de primacía y recencia en la memoria, suavizando la posibilidad de revictimización durante las exploraciones. Esta intervención, centrada en la protección emocional y el respeto hacia los y las menores, destaca la importancia de considerar factores psicológicos y emocionales en el contexto judicial, promoviendo un enfoque más compasivo y holístico en el sistema legal.
El impacto de los Perros de Apoyo judicial:
Más allá de las cifras, este proyecto ha sido alivio para 687 menores desde sus inicios, llevando consuelo a corazones vulnerables durante sus entrevistas forenses.
La experiencia junto a los PPA revela una reducción subjetiva de la ansiedad informada por los y las menores cuando interactúan con los PPA en entornos judiciales. La simple presencia de estos compañeros caninos parece proporcionar un consuelo emocional que contribuye a disminuir la percepción subjetiva de la ansiedad. Por otro lado, se observa una correlación positiva entre la reducción de la ansiedad y la disposición de los y las menores a participar activamente en el proceso judicial. La presencia del PA actúa como un factor facilitador, mejorando la colaboración y comunicación durante entrevistas y testimonios. Los PPA, al ofrecer una presencia tranquilizadora, facilitan una comunicación más clara y detallada. Esto no sólo mejora la calidad de la información recopilada, sino que también puede ayudar a los y las profesionales judiciales implicados con el recurso a comprender más plenamente la experiencia del menor.
Consideraciones éticas: bienestar animal y equipos especializados.
Es esencial abordar consideraciones éticas al implementar PPA en contextos judiciales.
Por un lado, es imprescindible garantizar el bienestar de los PPA. Estos animales deben recibir formación específica para trabajar en entornos judiciales, considerando la sensibilidad de la tarea. Además, la intervención debe ser evaluada continuamente para asegurar que el PA, el/la menor y los y las profesionales judiciales estén cómodos y no experimenten estrés innecesario.
Es imprescindible que se trabaje bajo el paraguas de un código de bienestar animal que aborde necesidades biológicas, emocionales, cognitivas y sociales de los PPA que garanticen que sean perros equilibrados.
La intervención de PPA debe estar bajo la supervisión de profesionales especializados en el sector de las Intervenciones Asistidas con Animales. Estos expertos pueden evaluar el comportamiento del PA, asegurándose de que esté cómodo y adaptado al entorno judicial, y brindar el manejo ético de la participación del animal en las exploraciones forenses.
Conclusión:
Este recurso es apreciado no sólo por su efectividad, sino por la manera en que ha transformado la experiencia judicial. Cada pata que cruza los pasillos judiciales es un recordatorio de que la justicia puede ser más que un proceso legal; puede ser un acto de compasión, un abrazo silencioso que trasciende las formalidades legales y deja una huella duradera en el corazón de aquellos que lo necesitan. En la seriedad de los juzgados, estos perros de apoyo ofrecen un consuelo que las palabras a menudo no pueden expresar.
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