Érase una vez o había una vez, solían ser las formas más elocuentes y creativas con las que se daban inicio a los lejanos cuentos de hadas que nos hacían soñar con el AMOR, ese capaz de acabar hechizos y romper fronteras raciales, sociales y culturales.
¿Cuál es el significado del Amor?
Muchos por no decir todos, en algún momento fuimos testigos distantes e indirectos, de los tan anhelados finales felices y perfectos en los que todo era posible, historias con princesas sumisas y abnegadas a la espera de un príncipe amante, caballero y proveedor. Cuentos de hadas, que al parecer no sólo distorsionaron la realidad, sino el verdadero significado del AMOR. Y es que a pesar del pasar del tiempo (todos nos hemos preguntado alguna vez, ¿cuánto dura el amor?) y de los avances que como humanidad hemos alcanzado, parece existir algo que permanece en nuestro ADN – la necesidad latente y manifiesta de AMAR -, ese “algo” que nos envuelve en un juego dicotómico entre el poder y la vulnerabilidad, entre el gozo y el sufrimiento, entre el anhelar y el rechazar. Ese “algo” que sencillamente se constituye en el combustible de nuestro existir, que nos moviliza, nos dinamiza, nos impulsa. No obstante, la presunción de definir mediante vanos y fútiles conceptos lo que es el AMOR, es ir en contra de su propia esencia, pues es pretender limitar mediante palabras lo intangible y etéreo. Pero, al ser pensante que habita al ser racional, sólo las razones le darán calma; por eso, se involucra en una búsqueda constante de hallar respuestas, motivos y señales que lo conduzcan al gran encuentro con el AMOR; y justo ahí, es donde muchos perecen en una innecesaria batalla.
En búsqueda del amor
En esa infructuosa búsqueda, sin darse cuenta cada uno termina como personaje principal de su propia historia, con el deseo silencioso que se convierta en un verdadero cuento de hadas. Sin embargo, para lograr el fin establecido se hacen uso de medios que suelen ser dolorosos y aniquilantes de la esencia de cada quien. Muchos construyen el ideal de pareja que encaja con su perfecta historia, y al estilo de la figura legendaria de “Pigmalión” quien se enamoró de la escultura creada por él; terminan amando a un ser ideal mas no real. Este punto es la génesis de un sin número de relaciones tormentosas y hasta peligrosas, en donde abunda todo menos el Amor; desembocando en matrimonios fallidos, parejas disparejas, relaciones frívolas y violentas, individuos en pareja, pero en total soledad; castración del otro como ser autónomo, aniquilación de uno de los sujetos mediante el imaginario de no valía, no existencia, no SER. Esta es la verdadera cara de las historias románticas con las que se buscó educar en las emociones y los sentimientos; en el que pareciera que el fin principal y último era hallar el AMOR. Y erróneamente se le ubicó como un algo, un objeto existente fuera de cada persona, algo que no pertenece, sino que debe merecerse, lucharse y alcanzarse. Precisamente, cuando parece que el fin se ha logrado y el tesoro se ha encontrado, se hace uso de una miríada de estrategias para protegerlo, pues se cae en la conducta de la posesión.
El Amor no es un objeto
– el amor como objeto -, que relega al sujeto que AMA, al amante capaz de convertirse en el AMOR mismo. Este desconocimiento conlleva a depender del otro para amar, cuando en esencia el AMOR es una decisión-acción-sentimiento que fluye desde el centro de cada sujeto; y sólo quien conecta con su ser interior y poderoso logrará trascender hacia el Amor con los demás, con la naturaleza y con la Divinidad; convirtiéndose en el AMOR mismo que no requiere de excursiones externas, sino de un viaje profundo hacia la propia conciencia. El no ser conscientes frente a esta realidad ha dado lugar a seres frustrados, tristes y desesperanzados; pues se perciben incapaces de alcanzar algo para lo cual se supone estamos diseñados, – encontrar la mitad perfecta que encaje con nuestra mitad incompleta – ; generando que no se disfrute el viaje de la vida creado para llenar de gozo a las personas no por el hecho de estar perfectamente emparejadas, sino por la vivencia/experiencia del AMOR desde la mágica individualidad que se expande para conectar con el otro.
El amor fundamentado en la vanidad, será perfectamente efímero, el amor soportado en la Divinidad, será imperfectamente eterno y transparente. El verdadero amor no es perfección; el verdadero amor es sanador, reparador y liberador. El amor ideal se viste de terciopelo y perfección, el amor real está bañado de imperfección y oscuridad. El amor ideal amolda y esculpe a su pareja, de acuerdo a sus intereses, el amor real se transforma, para amar la imperfección y oscuridad del Ser Amado. Sólo quien se convierte en el amor mismo, logrará conectar con el universo desde la Divinidad.