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La atención psicológica infanto-juvenil tras la COVID-19

La atención psicológica infanto-juvenil tras la COVID-19

«Debe haber más recursos asistenciales» es una de las frases más repetidas por los profesionales sanitarios y que mejor definen la situación vivida durante la crisis mundial en la que nos situó la COVID-19 como sociedad. Así es. La pandemia que aún hoy sufrimos ha puesto sobre la mesa los muchos déficits sanitarios, asistenciales y de atención médica de las diversas potencias, países y estados. Pero, ¿qué hay del estado de bienestar psicológico de adultos, y en especial del sector infanto-juvenil? ¿Cuál es la situación actual de la población más joven y qué perspectivas de futuro auguran los profesionales?

Sin duda, la realidad es crítica: los profesionales advierten que la situación de niños y jóvenes podría prolongarse durante muchos años. No obstante, ¿a qué hace referencia esta declaración y cómo revertirla?

Más de 1 de cada 7 adolescentes de 10 a 19 años sufre un trastorno mental diagnosticado en todo el mundo 

Pese a que un gran número de gobiernos ha aunado fuerzas trabajando en un  Plan de Salud Mental global e individualizado por países, lo cierto es que, dicho plan está pensado “a largo plazo». Mientras tanto, las cifras son claras: según un informe de UNICEF, las últimas estimaciones calculan que, actualmente, más de 1 de cada 7 adolescentes de 10 a 19 años sufre un trastorno mental diagnosticado en todo el mundo. 

Son muchas las diferencias que encontramos entre las necesidades relacionadas con la salud mental y la financiación destinada a esta cuestión. También, son muchos abordajes a tener en cuenta según la situación que el paciente ha podido vivir en el pasado: confinamientos nacionales, restricciones de movimiento, distanciamiento familiar y respecto al círculo de amistades, etc. Ahí es donde entra la figura del especialista en Psicología Infanto-Juvenil, un profesional que proporciona las estrategias adecuadas para ayudar tanto al niño/joven como a su entorno (padres, entorno familiar, escuela, etc.) a crecer física y emocionalmente. 

Según la Dra. Isabel María Sánchez Boris, que hace referencia a dos de los factores que más afectaron el bienestar físico y psicológico de los habitantes de China -la pérdida de hábitos y rutinas y el estrés psicosocial-, asevera que “esta ruptura, asociada a la implementación de protocolos de contención, conlleva a significativas consecuencias psicosociales con múltiples estímulos generadores de estrés.” 

¿Cuál es la figura del profesional en Psicología Infanto-Juvenil?

Sin duda, la psicología tiene un papel muy relevante ante la crisis por el COVID-19 y el impacto en las vidas de los ciudadanos. El cómo hemos afrontado esta situación no solo nos ha puesto a prueba como ciudadanos, también ha puesto en entredicho a la ciencia del comportamiento. Estudios publicados sobre el impacto psicológico de la crisis por el COVID-19 en niños y adolescentes tilda la situación como significativa y destaca, por encima de todos, los síntomas depresivos, la ansiedad y estrés y una notable prevalencia de sintomatología de estrés postraumático.

En medio de este panorama tan cambiante y amenazante, niños y adolescentes también sufren una doble presión: la propia angustia y la que adquieren a través de los temores y dificultades de sus propios progenitores o cuidadores. Sí, su propia vulnerabilidad es prácticamente innegable, pero también, y como sostiene la Dra. Sánchez Boris, lo es su “capacidad de adaptación, asimilación y creatividad, cualidades que permiten su transición exitosa por situaciones insospechables”. 

Las situaciones de crisis se consideran características de personalidad en estructuración

Sin embargo, como profesionales no podemos obviar  que la situación personal de cada uno de los pacientes depende en su mayoría de los factores que propician su óptimo desarrollo, y que las situaciones de crisis a las que se ven sometidos se van a considerar “características de personalidad en estructuración”. Esto es así, como ocurre con otros antecedentes: antecedentes familiares y personales de trastornos, abuso de sustancias, experiencias de estrés, maltrato, abuso, etc. Además, la situación socioeconómica y cultural de cada paciente está estrechamente ligada a esa vulnerabilidad a la que hacemos referencia. 

¿Cuáles son las pautas a seguir, entonces, del psicólogo infanto-juvenil con respecto a esta situación? Este profesional es un especialista que conoce el desarrollo psicológico del niño/joven en cada etapa y que trabaja junto al niño/joven para crear una perfecta relación de complicidad entre ambos y poder realizar una evaluación profunda de la situación para proponer el tratamiento cognitivo-conductual que mejor atienda sus necesidades. 

Para ello emplea terapias, tanto individuales como colectivas, que ayudan a diagnosticar y tratar problemas sociales, emocionales, afectivos y de aprendizaje, que puedan presentarse en el niño.

¿Cuándo acudir al psicólogo infanto-juvenil?

Aún hoy cuesta definir cuáles son las consecuencias psicológicas derivadas de una situación de crisis como la COVID-19. La manifestación de emociones, además, debe abordarse entendiendo unas circunstancias muy concretas ligadas al desarrollo de la criatura, pues no será la misma dependiendo de la edad.

Sin embargo, una primera pregunta a la que debemos responder es cómo debe ser la evaluación psicológica infanto-juvenil en comparación con la de los adultos. ¿Desde qué perspectiva abordarla? ¿Cómo es el proceso de evaluación y qué particularidades existen para este tipo de poblaciones? 

Según la Dra. Sánchez Boris, “la evaluación psicológica infantil sigue una secuencia de fases en el proceso de evaluación que es similar en niños, adolescentes y adultos, si bien existen algunas particularidades para estas poblaciones”.

Además, la especialista hace hincapié en un segundo aspecto: ¿qué evaluar y para qué? Lo cierto es que, para ejecutar bien el proceso terapéutico, hay que distinguir tres ámbitos de actuación: 

  • Delimitar o identificar la presencia de los posibles problemas
  • Identificar y evaluar los factores asociados que los originan o mantienen 
  • Permitir la valoración de los efectos de las intervenciones (durante el proceso y tras su finalización)

Como se ha referenciado en líneas anteriores, como profesionales del ámbito de la psicología hemos de considerar cada paciente y cada situación como únicos para poder implementar el uso de instrumentos en todo su amplio espectro. Si te preguntas cómo hacerlo, no te preocupes: en ISEP te ofrecemos un Máster en Psicología Clínica Infanto-juvenil y un Máster en Psicoterapia Infanto-juvenil con un amplio programa formativo de 12 meses en diferentes modalidades (Presencial, At Home y Online).

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Acerca del autor:

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40 años acompañando en el crecimiento profesional en psicología, educación, logopedia y neurociencias.

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