¿Qué son los trastornos de conducta alimentaria?
Los Trastornos de conducta alimentaria (TCA) son un fenómeno complejo que agrupan un conjunto de problemas caracterizados por comportamientos, creencias y emociones anómalas sobre la alimentación, el peso y la forma corporal. La adolescencia es considerada una etapa critica debido a los cambios físicos, psicológicos y sociales que suceden.
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Factores de riesgo en el desarrollo de un TCA
La importancia que se concede a la imagen respecto a alcanzar unos datos normotípicos dictados por la sociedad y la cultura del momento, la inseguridad en relación al autoconcepto sometido al juicio de los demás, sobre todo por parte de los iguales de los jóvenes adolescentes, pueden ser considerados precursores o factores de riesgo en el desarrollo de un TCA.
Según Olmo y Onandia, 20231, los TCA se detectan principalmente en países occidentales y cuya prevalencia es mayor en mujeres de entre 16-19 años. Son considerados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la tercera enfermedad crónica en adolescentes.
Relación entre las dietas y el TCA
El incremento alarmante en la prevalencia de los TCA, especialmente de anorexia y bulimia nerviosa, está acompañado por un notable incremento en el número de personas que siguen una dieta ¿Qué imagen se vende socialmente? Los españoles se gastan más de 2000 millones de euros al año en dietas milagro según diversos estudios y entidades. Este tipo de dietas prometen resultados rápidos y sin esfuerzo, pero suelen carecer de respaldo científico y pueden conllevar efectos secundarios adversos.
En este sentido conviene diferenciar entre dos tipos de dietas:
- Dieta normativa: La persona se siente feliz con la meta que se propuso, y experimenta una mayor satisfacción con su imagen corporal después de alcanzar el peso meta lo cual repercute positivamente en sus relaciones sociales. No hay conducta purgativa ni conlleva la pérdida de regla en el caso de las mujeres.
- Dieta patológica: Está asociada a una insatisfacción con la propia imagen corporal después de alcanzar el peso meta. Se produce un aislamiento social limitando sus actividades a la realización de ejercicio físico de manera compulsiva y a involucrarse en más dietas. Existen conductas purgativas, y las mujeres sufren importantes cambios hormonales que les puede llevar a perder incluso la regla (amenorrea).
Tipos de TCA
El diagnóstico de los TCA incluye la identificación de comportamientos y síntomas específicos. A su vez, en todos los casos se distinguen: aspectos conductuales, aspectos cognitivos, emocionales y fisiológicos que deben de ser tenidos en cuenta como objetivo de intervención.
El DSM V ( Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, 5ª Ed.), clasifica en los siguientes subtipos los TCA:
- Anorexia nerviosa, (AN): Se caracteriza por la restricción de la ingesta de alimentos, miedo intenso a ganar peso y una imagen corporal distorsionada. Todas sus conductas tienen como meta principal adelgazar y acaba siendo su forma única de vida. Repercute en su salud, pues conlleva la amenorrea o la presencia de menstruaciones irregulares y a su vez influye en las relaciones interpersonales: conflictividad familiar, aislamiento, engaño y manipulación.
- Bulimia nerviosa (BN): Incluye episodios de atracones seguidos de comportamientos compensatorios inapropiados como el vómito autoprovocado y el uso excesivo de laxantes. También repercute en la salud de la persona provocando un desequilibrio importante a nivel hormonal y un estado de irritabilidad y conflicto con los demás, ansiedad y sentimientos de asco y malestar, reflejo de la constante insatisfacción personal.
- Trastornos por atracón (TA): Se manifiesta a través de episodios recurrentes de ingesta excesiva de alimentos sin comportamientos compensatorios, pero con la presencia de reacciones emocionales intensas como la vergüenza, la culpa o la angustia.
Además, el El DSM V también incluye otros subtipos de TCA como el trastorno de evitación/restricción de la ingesta de alimentos, el trastorno de rumiación y otros trastornos de ingesta especificados y otros trastornos de ingesta no especificados.
Cada uno de los TCA tiene un perfil diferenciado del resto que conviene conocer, al igual que la comorbilidad existente entre los trastornos, generalmente afectivo-psiquiátricos, y los aspectos cognitivos relacionados: flexibilidad, inhibición y autocontrol entre otros. Es importante realizar entrevistas en las cuales se recoja aspectos de historia de vida personal y familiar, al igual que la presencia de otros trastornos clínicos comórbidos como el dismórfico, afectivo o de ansiedad. También se debe de incluir en los protocolos de evaluación el tipo de alimentación que sigue la persona, incluso con registros observacionales, y a su vez el estilo educativo familiar: si es autoritario, permisivo o democrático en el cual prevalece la comprensión, la empatía y el respeto.
Enfoque Multidisciplinar en el Tratamiento de los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Como sucede con muchos otros trastornos, su evaluación, detección e intervención, requiere de profesionales sanitarios de diversa índole.
- Psicoterapia individual y familiar. Se trata de reestructurar cognitivamente los síntomas y distorsiones con una exposición gradual a estímulos de comida, entrenamiento en relajación como la práctica del Mindfulness, y el entrenamiento en resolución y afrontamiento de problemas. Se insiste a su vez en el trabajo de factores relacionados y hábitos: variables personales y tipo de vínculos o duelos. En este sentido, la terapia cognitivo conductual (TCC), es una de las más extendidas y con mayores beneficios si se logra previamente una adecuada alianza terapéutica. Por otro lado, la familia cercana son figuras de referencia del paciente, las cuales necesitan asesoramiento y pautas de actuación con el fin de favorecer un clima de comunicación interpersonal, y poder afrontar el trastorno de la manera más efectiva posible.
- Tratamiento farmacológico. En algunos casos, cuando existen trastornos psiquiátricos asociados (Trastorno obsesivo-compulsivo), cuadros clínicos de depresión y ansiedad, y conductas autolíticas y con ideación suicida, es necesario incidir en la estabilización de ciertos niveles orgánicos del paciente para que la respuesta a la intervención con psicoterapia sea efectiva. Los fármacos más empleados para este fin incluyen la fluoxetina, el topiramato, para disminuir la impulsividad y los comportamientos compulsivos si existe comorbilidad con el TDAH, e hipnóticos cuando el sueño se encuentra muy alterado.
- Nutricionista. La implicación de los padres resulta fundamental para lograr unos niveles mínimos adecuados a nivel orgánico puesto que la ingesta de vitaminas resulta imprescindible para el buen funcionamiento cognitivo y físico. En este sentido, destaca la importancia del hierro o el zinc en funciones como la memoria y la atención. Por otro lado, la vitamina B12, es esencial en la síntesis y el desarrollo de los neurotransmisores. Su déficit produce atrofia cerebral y trastornos neurológicos (Roberts et al, 2022)2.
En conclusión, los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son altamente prevalentes. La importancia que se concede a la imagen, de acuerdo a unos cánones estereotipados, las redes sociales y el acceso cada vez más temprano de los jóvenes a fuentes de información no siempre veraces, junto con un estilo de personalidad y variables contextuales disfuncionales, contribuyen al riesgo de padecer un trastorno de este tipo. El análisis pormenorizado e integrador de todos estos factores desde un modelo transdisciplinar: biopsicosocial, médico y cognitivo, resulta enriquecedor y necesario e impacta de forma positiva sobre el pronóstico y la evolución de un TCA.
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Bibliografía:
- Onandia, I., y del Olmo, M. J. (Eds.). (2023). Manual de neuropsicología infanto-juvenil. Sara Ediciones.
- Roberts, M., Tolar-Peterson, T., Reynolds, A., Wall, C., Reeder, N., y Rico Méndez, G. (2022). The effects of nutritional interventions on the cognitive development of preschool-age children: A systematic review. Nutrients, 14(3), 532.
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