La educación emocional se define como un proceso educativo, continuo y permanente, con el objetivo potenciar el desarrollo de competencias emocionales para el desarrollo integral de la persona. Esto tiene el fin de capacitarla para la vida y mejorar su bienestar personal y social. Se trata de “una innovación educativa que responde a necesidades sociales no atendidas en las materias académicas ordinarias. […]. La finalidad es el desarrollo de habilidades que contribuyan a un mejor bienestar personal y social” (Bisquerra, 2003, pp. 7-8).
Hay numerosos aspectos que hay que dominar con mucha sensibilidad en lo que respecta a educación y emociones, y en este artículo no podré cubrir todo con detalle, aunque sí darte ciertas pinceladas sobre el tema. Sí estuvieras buscando ampliar conocimientos y formarte, te recomendaría que consultes nuestro Máster en Intervención en Dificultades del Aprendizaje , que confío te pueda aportar herramientas que te ayudarán en tu camino.
El aprendizaje emocional como principio pedagógico
Este proceso psicoeducativo ha sido desarrollado en las últimas décadas en España a partir del concepto de inteligencia emocional. Su origen se sitúa en las inteligencias múltiples de Gardner (1983), en la propuesta científica del concepto de Salovey y Mayer (1990), y en la divulgación realizada por Goleman (1995), la cual traspasó el ámbito académico y tuvo un importante calado en la sociedad (Zaldívar Sansuán, 2024).
Dentro del marco de la Ley Orgánica de la Educación (LOMLOE), el aprendizaje emocional se contempla como principio pedagógico y competencia clave a desarrollar en todas las áreas del currículo educativo (competencia personal, competencia social y aprender a aprender).
Educación emocional y bienestar
Rafael Bisquerra es uno de los pioneros en la educación emocional en España. Su obra «Educación emocional y bienestar» (2000) es un referente para muchos profesionales. En ella propone cinco grandes bloques para implementar programas de educación emocional en el sistema educativo: conciencia emocional, regulación emocional, autonomía emocional, competencias sociales y competencias para la vida y el bienestar.
Programa INTEMO+
Por su parte, Pablo Fernández-Berrocal ha desarrollado, junto a su equipo de la Universidad de Málaga, el programa INTEMO+, que se centra en el entrenamiento de habilidades emocionales para adolescentes, demostrando efectos positivos en la reducción del estrés y la mejora del rendimiento académico.
Educación emocional en la formación del profesorado
En el caso de Neus Santmartí, ha abordado la importancia de la educación emocional en la formación del profesorado, destacando la necesidad de que los docentes desarrollen sus propias competencias emocionales para poder implementar eficazmente programas de educación emocional en el aula.
Desafíos en la implementación de programas de educación emocional
Integrar la educación emocional en el currículo escolar permite el desarrollo integral del alumnado. La educación emocional no solo se enfoca en el aprendizaje académico, sino también en el crecimiento personal y social, además de mejorar el rendimiento académico, puesto que potencia la motivación, la concentración y facilita el manejo adecuado del estrés y la ansiedad.
Barreras insitucionales y culturales en la integración de la educación emocional al currículo escolar
Sin embargo, la educación emocional debe enfrentar una serie de desafíos en la integración del currículo escolar, entre los que resaltan las barreras institucionales y culturales. Aunque algunas legislaciones mencionan la importancia de la educación emocional, su implementación práctica a menudo carece de directrices concretas y recursos necesarios, sumado a que en algunos entornos, las emociones pueden ser vistas como un tema secundario o no relacionado directamente con el aprendizaje académico.
Capacitación del profesorado en módulos específicos sobre inteligencia emocional
Otro de los desafíos asociados a la integración de la inteligencia emocional en el ámbito académico son los retos en la capacitación del profesorado, ya que los programas de formación docente no incluyen módulos específicos sobre inteligencia emocional y su aplicación en el aula. Además, la resistencia al cambio en la incorporación de nuevos enfoques, como la educación emocional, puede encontrar oposición tanto entre los docentes como entre los administradores, aunado a la falta de herramientas de evaluación estandarizadas y validadas para medir el desarrollo emocional de los estudiantes.
Programas existosos en educación emocional
Programa RULER
Existen algunos ejemplos de programas exitosos que apoyan la integración, recursos y herramientas pedagógicas disponibles. Uno de ellos es el Programa RULER (Yale Center for Emotional Intelligence), centrado en el desarrollo de habilidades emocionales en estudiantes, docentes y familias. Está diseñado para ser integrado en el currículo escolar y se basa en la premisa de que el aprendizaje emocional mejora el rendimiento académico y el clima escolar.
RULER es un acrónimo que representa las cinco habilidades emocionales esenciales: reconocer las emociones propias y ajenas, entender las causas y consecuencias de las emociones, etiquetar las emociones con un vocabulario preciso las emociones de forma adecuada en diferentes contextos y, regular las emociones de manera efectiva.
Además, ofrece herramientas como el Mood Meter que ayuda al alumnado a reconocer y etiquetar sus emociones en un gráfico de cuatro cuadrantes que representan diferentes estados emocionales, el Meta-Moment, que les enseña a pausar, respirar y pensar antes de reaccionar en situaciones emocionalmente cargadas y el Blueprint, que les guía para comprender las perspectivas de los demás y encontrar soluciones mutuamente satisfactorias.
El aprendizaje social y emocional (SEL, por sus siglas en inglés) es un término que designa la forma en que los niños adquieren habilidades sociales y emocionales. El SEL comprende cinco habilidades principales: autoconciencia, conciencia social, toma de decisiones responsable, autocontrol y habilidades interpersonales. Los temas específicos que las escuelas suelen enseñar incluyen, entre otros, identificar sentimientos, considerar la perspectiva de los demás, así como lluvia de ideas para encontrar soluciones a los problemas.
Programa INTEMO+
Por su parte, el Programa INTEMO+, desarrollado por Pablo Fernández-Berrocal y su equipo, es un recurso de intervención diseñado para adolescentes, enfocado en la mejora de la inteligencia emocional y el bienestar e incluye sesiones sobre autoconciencia, regulación emocional, habilidades sociales y toma de decisiones.
El programa «Aulas Felices» del Gobierno de Aragón, España, combina la educación emocional con el desarrollo de fortalezas personales basadas en la psicología positiva, a partir de actividades y dinámicas que fomentan el bienestar emocional y el desarrollo de fortalezas como la gratitud, la esperanza y la perseverancia.
Buenas prácticas para la inclusión de la educación emocional en el currículo
- Creación de políticas educativas claras y coherentes
Algunas sugerencias para mejorar la inclusión de la educación emocional en el currículo se basan en desarrollar políticas educativas claras y coherentes. Esto implica la creación de marcos legislativos que obliguen y guíen a las escuelas a integrar estas prácticas de manera sistemática, proporcionar formación inicial y continua en educación emocional para todos los docentes e integrar la educación emocional como parte del currículo formal, no como un componente adicional o extracurricular. - Promover valores y competencias emocionales.
Asimismo, se debe trabajar en promover una cultura escolar que valore las competencias emocionales al igual que las académicas. Esto puede lograrse mediante campañas de sensibilización y diseño de currículos flexibles que integren competencias emocionales de manera transversal, permitiendo a los docentes adaptar las lecciones a su contexto específico. Además, se deben emplear tecnologías emergentes como aplicaciones y plataformas online para enseñar y evaluar competencias emocionales. Por último, es importante potenciar un enfoque holístico que incluya no solo a los estudiantes y docentes, sino también a las familias y la comunidad en general.De esta manera, se fomenta un desarrollo más holístico en el alumnado y se reducen los problemas de disciplina y conductas disruptivas, los niveles de tensión y malestar emocional, y se potencia la motivación y el compromiso con el aprendizaje.
Para concluir, la educación emocional puede y debe convertirse en una parte esencial de la educación moderna. Al hacerlo, podemos preparar mejor a los futuros líderes de la sociedad, no solo para el éxito académico y/o profesional, sino también para el desarrollo de una vida con significado.
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