El síndrome de Gilles de la Tourette es un trastorno neurológico caracterizado por la presencia de tics vocales (repetición de sonidos y ruidos, palabras o frases) y tics motores (movimientos involuntarios, repentinos, estereotipados y arrítmicos), que aparece típicamente en la infancia entre los 2 y los 15 años de edad.
Como sabemos, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad, caracterizado por pensamientos intrusivos, recurrentes y persistentes, que producen inquietud, aprensión, temor o preocupación, y conductas repetitivas denominadas compulsiones, dirigidas a reducir la ansiedad asociada.
En lo que respecta al trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), éste suele presentarse asociado a paciente con Guilles de la Tourette entre el 30% y el 50% de los casos, un porcentaje significativamente superior al de la población general.
El síndrome de Gilles de la Tourette y el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) son dos enfermedades que pueden presentarse de manera conjunta. Sin embargo, ambas condiciones se caracterizan por perfiles neurocognitivos diferenciados, tal como lo revela un estudio llevado a cabo por Thibault G., Felezeu M., O’Connor K.P., Todorov C., Stip E., Lavoie M.E. (2008) y publicado en Progress in Neuro-Psychopharmacology & Biological Psychiatry en el que se llevó a cabo una comparación entre varias muestras de pacientes:
– Personas afectadas de síndrome de Gilles de la Tourette y TOC.
– Individuos con síndrome de Gilles de la Tourette, pero sin síntomas de TOC.
– Pacientes diagnosticados de TOC.
– Grupo control formado por personas sin problemas neurológicos o psiquiátricos.
A los participantes se les pidió que realizaran un conjunto de pruebas de rendimiento cognitivo, con el objetivo de estimular determinadas regiones específicas del cerebro, mientras se les realizaba un electroencefalograma.
Los resultados mostraron diferencias significativas en la actividad cerebral asociada a la memoria de trabajo. En concreto, las personas afectadas por Gilles de la Tourette presentaron un aumento de la actividad cerebral asociada a la memoria de trabajo mientras que los participantes con ambos trastornos (síndrome de Gilles de la Tourette y TOC) mostraron una actividad cerebral más baja, en comparación con el grupo control. En otras palabras, parece que la presencia de TOC combinado con Gilles de la Tourette provoca una reducción significativa de la actividad cerebral asociada a la memoria de trabajo.
Por otro lado, el TDAH, un trastorno de carácter neurobiológico originado en la infancia que implica un patrón de déficit de atención, hiperactividad y/o impulsividad, es la segunda condición comórbida más comúnmente encontrada en el Síndrome de Guilles de la Tourette, afectando del 21 al 90% de todos los pacientes.
La depresión como trastorno mental que se caracteriza por una profunda tristeza, baja autoestima, apatía, bajo estado de ánimo, anhedonia, disminución de las funciones psíquicas también ha sido encontrada en asociación al síndrome de Guilles de la Tourette, aunque no se conoce con certeza cuál de los múltiples factores etiológicos pueda tener más peso en su aparición. En un principio, algunos autores sugieren que la principal causa de la depresión en pacientes con síndrome de Tourette es la carga de padecer una enfermedad crónica. Sin embargo, según otros autores, esta creencia no explica la elevada frecuencia de trastornos del ánimo en pacientes con el síndrome.
Por otra parte, los trastornos de la personalidad, en especial los rasgos esquizotípicos también han sido encontrados en gran parte de los pacientes con el síndrome de Guilles de la Tourette. El trastorno esquizotípico se caracteriza por una serie de trastornos cognitivos diversos y distorsiones perceptivas (ideas de referencia, ilusiones corporales, experiencias telepáticas y de clarividencia extrañas) además de un comportamiento excéntrico, socialmente inadecuado y ansioso.
En cuanto a las expresiones de enfado, comentar que la ira, la agresividad y la obstinación, son reportados en el 60% de los niños afectados que solicitan atención médica o psicológica (Sukhodolsky et al., 2009). Estos arranques explosivos de violencia física o verbal, se precipitan ante mínimas provocaciones, tras la cual, el niño con frecuencia siente un gran remordimiento.
La alta comorbilidad del Síndrome de Gilles de la Tourette con otros trastornos (con una prevalencia de patología coexistente de un 90%) hace que sea un trastorno complejo de difícil identificación, por lo que este hallazgo puede tener importantes repercusiones en la confirmación del diagnóstico para las personas afectadas, así como en la determinación del tratamiento a seguir en este grupo de pacientes que presentan comorbilidad asociada.