Niños… personitas que, en términos de valor, son exactamente iguales que todo adulto que merezca de un respeto por sus opiniones, gustos y decisiones. Evidentemente, los niños requieren de un acompañamiento, corrección y guía a lo largo de su crecimiento y desarrollo, pero aún así, lo que los adultos no deben olvidar, es que las relaciones que se establezcan con estos pequeños, deben manejarse de la misma manera en cómo crean vínculos con otras personas de edades similares. Con lo anterior, lo que se busca decir es que todos actuamos con el mismo objetivo, participar y pertenecer a una sociedad, pero la única diferencia es que, unos cuentan con ciertas habilidades superiores ya fortalecidas, que hacen esta participación mucho más acertada.
Finalidad de la psicoterapia infantil
En los procesos de intervención de todas aquellas profesiones relacionadas con la infancia, pero más específicamente en la psicología infantil, el objetivo siempre será velar por el bienestar del niño y su familia, dándole así prioridad a aquellas cosas que de cierta forma “interrumpen” o crean “problemas” en la dinámica del hogar. Ahí es cuando los padres o cuidadores llegan a sesión, expresando aquellas preocupaciones, en las cuales requieren de un apoyo inmediato. Lo que esto ocasiona, es automáticamente a dirigir el foco hacia el problema, buscando brindarle una solución lo antes posible. Teniendo en cuenta estos motivos y las dificultades que se expresan y se observan en los niños, se pierde de vista el hecho de que esas personitas que tienen valor, y que merecen de todo nuestro respeto, también cuentan con fortalezas que se convierten en la mejor de las herramientas a la hora de intervenir y potenciar aquellas dificultades.
Potenciando las fortalezas de los niños
Ante esta idea, falta hacerse la pregunta de, cómo el dar mayor importancia a las fortalezas, hará que las debilidades vayan despareciendo. Hay varias ideas a tener en cuenta para dar explicación a este interrogante, la primera de ellas es que cuando padres y profesionales invierten su energía enfocándose en las debilidades de un niño, se le está recordando constantemente al pequeño de aquello que carece, logrando así que se aumenten este tipo de dificultades, ya que el niño no llega a definirse por otras cosas, más que de aquello que se le repite una y otra vez. Ante esta dinámica, lo positivo en cada uno termina siendo opacado, ya que nunca se le alienta al niño a creer en sí mismo, y pocas veces se le informa o se le recuerda que cuenta con unas fortalezas a pesar de las dificultades. Para un pequeño, llega a ser sumamente estimulante el hecho de que personas significativas para él concentren su atención en aspectos positivos, logrando usar estas características en los momentos más retadores, donde sus capacidades se pongan a prueba.
Fortalezas como motor de cambio
En los últimos años, con los múltiples estudios en torno a una crianza respetuosa, se ha comprobado, que un niño que se siente mejor actúa mejor, ya que logra construir un autoestima sólida y así aprende a confiar en sí mismo. En un proceso de intervención, el profesional llega a marcar la diferencia cuando planifica los espacios para así generar en los niños emociones agradables y sensaciones de seguridad y confianza, brindándole a la individualidad del niño la importancia que se merece. Es necesario buscar la manera de hacer uso de los gustos y las fortalezas del niño, para optimizar todas sus capacidades tanto cognitivas como emocionales. Lo anterior no quiere decir, que se olvide el motivo por el que se buscó el apoyo en un primer momento, las fortalezas se convertirán en el vehículo para poco a poco ir avanzando en el proceso de optimización de esas capacidades.
Emociones agradables, la clave del proceso de intervención
Hay varios enfoques que permiten tener en cuenta lo establecido anteriormente, donde los pequeños entran en contacto con su individualidad, aquella que merece respeto y valía. Cuando se despiertan emociones agradables, se facilita el proceso de aprendizaje, reflexión y retención de información importante. En este punto, cabe resaltar que, en los procesos con los niños, se pretende que lo que se trabaje dentro de las sesiones, se aplique dentro de la vida cotidiana, y para realmente lograr esto, hay que mantener el foco en hacer uso de un lenguaje amable que genere conexión con esa personita que se tiene en frente.
Nunca se puede perder de vista, que son las fortalezas y lo positivo de un niño, lo que guiará el acompañamiento para potenciar sus capacidades. La próxima vez que veas a un niño, juega con él, escúchalo, valida sus opiniones; sólo así, desde el momento en que se sienta en confianza y respetado, podrá trabajar y emplear un esfuerzo significativo, para seguir potenciándose como individuo.
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Excelente muy bueno todo lo que dice en esta publicación