Soñar, imaginar, fantasear, son capacidades que tenemos desde bien pequeños y que activan nuestra mente e impulsan nuestra creatividad.
Las fantasías de contenido sexual aparecen en la pubertad y están presentes en nuestra cultura, desde las primeras manifestaciones artísticas del ser humano.
Sin embargo y a pesar de esto, existen personas que aún se censuran por tener fantasías o que se avergüenzan de admitirlo, bien porque su contenido es poco “aceptado socialmente”, porque sienten que están “engañando” a sus parejas, que son perversos o incluso “depravados”.
O bien porque confunden deseo sexual con fantasía. Es decir, una fantasía no tiene porque ser algo que queramos llevar a la práctica o incluso puede ser algo que nos disgustaría o aterraría que fuera así (por ejemplo, algunas fantasías de dominación). Los deseos, sin embargo, son ideas que luchan en nuestro interior por llegarse a realizar y pueden hacernos sufrir. Pero llevar las fantasías sexuales a la vida real ya dependería de otros factores, y éste ya sería otro tema a tratar.
Sea como sea, no existen fantasías correctas o incorrectas. Pueden haber fantasías más o menos aceptadas socialmente, sin que esto sea síntoma de patología psicológica.
A continuación nombro algunas de las creencias más frecuentes acerca de las fantasías, que limitan y cohíben nuestra libre expresión de la sexualidad:
- Las personas sexualmente “normales” no usan (o muy esporádicamente) las fantasías.
- Tener fantasías sexuales durante la relación sexual con tu pareja, está mal.
- Tener fantasías sexuales es sinónimo de no querer o no desear a tu pareja.
- Las fantasías son únicamente para personas que no viven una sexualidad placentera.
Fantasías como medio para enriquecer la relación sexual
Lejos de estas creencias, las fantasías pueden ser una herramienta más para potenciar, enriquecer y complementar una sexualidad plena. Tener fantasías y/o comunicarlas a la pareja no es una obligación, sino una opción más dentro del amplio abanico, para fomentar la comunicación y el juego sexual. Éstas se usan en terapia sexual, como estrategia terapéutica en algunos casos de bajo deseo o falta de excitación.
Pero crear fantasías no consiste únicamente en la actividad mental que se da mientras hacemos el amor, ni tiene porque representarse exclusivamente a través de una imagen mental. Fantasear tiene que ver en el sentido más amplio, con nuestra capacidad activa o espontánea de crear, imaginar y jugar, con todos los sentidos (vista, oído, tacto, olfato, gusto).
Sin embargo, como dice Georgina Burgos, en su libro “Mente y deseo en la mujer”, “Algunas personas intentan despertar sus fantasías sexuales durante horas de búsqueda frenética en revistas, chats, Internet, películas, etc. Todas ellas son opciones legítimas, pero por lo general este aluvión de fantasías no siempre ayuda a mejorar la vida sexual por faltar una elaboración personal, por ser una mera contemplación pasiva e impulsiva”.
Ventajas de las fantasías
¿Qué ventajas tiene el hecho de permitir las fantasías sexuales en el ámbito de la pareja?
- Fomentan la creatividad y capacidad de juego.
- Rompen con la rutina y promueven una sexualidad menos centrada en el coito (como objetivo principal del encuentro sexual).
- Aumentan el deseo y la excitación.
- Pueden fortalecer el vínculo de pareja, fomentar la comunicación y confianza mutua.
- Fomentan una sexualidad más libre y permisiva.
- Son una fuente de autoconocimiento sexual.
- Promueven los preliminares, la sensualidad y el erotismo.
Raquel Ballesteros
Profesora del Máster de Psicología Clínica y de la Salud, y del Máster en Terapia sexual y de Parejas de ISEP