La propagación de conocimiento de diversas metodologías y técnicas para mejorar y/o estimular el desarrollo ha sido crucial para los avances de investigación en el neurodesarrollo.
Sánchez (2017) define la estimulación temprana como aquella atención que se le proporciona al menor para que se desarrolle en las mejores condiciones físicas, intelectuales y sociales. Todo esto, por medio de juegos y actividades dinámicas.
Se ha visto que este conjunto de actividades puede aplicarse desde el nacimiento hasta las 5-7 años. Esto es debido a la plasticidad cerebral que existe durante esta etapa del desarrollo.
Importancia de la estimulación temprana
La estimulación ayuda a activar la mente. Es un entrenamiento del cerebro, que lo ayuda a desarrollarse de manera óptima. Aquello, puede ser de ayuda para los procesos educativos posteriores.
Es importante recordar que cada niño(a) es único y diferente. Por lo tanto, se debe tener en cuenta factores pre, peri y postnatales, así como el curso del desarrollo fisiológico para elaborar un programa de actividades. El contenido siempre debe ser acorde a las necesidades del menor. De igual forma, es indispensable que el niño(a) cuente con una base sólida de habilidades para pasar a otras más complejas. Por ello, el terapeuta o cuidador que estimule debe conocer las etapas del desarrollo infantil y sus hitos.
Áreas a trabajar
Se deben abarcar diferentes ámbitos del desarrollo durante la estimulación temprana. El área física es la más conocida durante los primeros meses del menor. Sin embargo, también es importante estimular el área cognoscitiva y psicosocial.
La estimulación temprana se realiza en diversos casos. Normalmente, van dirigidas a niños(as) con alguna discapacidad, retrasos o desviaciones para aminorar sus repercusiones en el desarrollo y en la adquisición de aprendizajes. Pero también, puede ser un recurso complementario para optimizar un desarrollo neurotípico.
Para finalizar, queda mencionar que la estimulación es una herramienta más que puede permitir un desarrollo óptimo. Sin embargo, habrá que tener cuidado de no sobreestimular a los menores. Ya que, un exceso de estímulos resultaría perjudicial para el desarrollo infantil. Llegando a resultar en diversos trastornos del neurodesarrollo, como el TDAH.