El fracaso escolar es una posibilidad ante la que los padres debemos estar alerta y saber reaccionar en cuanto aparecen sus primeros síntomas. Las notas académicas, son señales de que algo no está funcionando bien, pero no son, en ningún caso, determinantes.
Por eso mismo, las actitudes de los padres al recibir los primeros indicios de un posible fracaso escolar, cómo pueden ser las malas notas de sus hijos, pueden convertirse en un lastre adicional o todo lo contrario, un estímulo para empezar a mejorar.
Antecedentes al fracaso escolar
No todos los suspensos son iguales. Fundamentalmente, son ocasionados por dos causas: falta de esfuerzo o poca capacidad. En el primer caso, son un indicador muy negativo, que establece la necesidad de motivar al pequeño para que cambie cuanto antes y saque mejores resultados. Cuando el problema es la falta de capacidad, es posible que el niño lo esté dando todo y todavía no sea capaz de alcanzar los niveles mínimos marcados. Empeorar la situación por la falta de comprensión, la confrotación o los castigos paternos puede resultar devastador.
Por ello, más allá de las notas académicas, los padres deben hacer un seguimiento permanente de la situación escolar de sus hijos. La comunicación con sus profesores, es fundamental para abordar en las causas del problema del fracaso escolar, con el fin de remediar las malas notas cuanto antes.
No es lo mismo, enfrentarnos a un problema de falta de hábito al estudiar, que de ausencia de motivación o de ganas. Otras posibles razones de la deserción escolar son las dificultades para aprender, la falta de esfuerzo o, lo que es peor, una situación emocional difícil que bloquea su concentración.
Cómo reaccionar ante un posible fracaso escolar
Los suspensos son, en sí mismos, una experiencia negativa para los niños. En casa, en la familia, los hijos deben sentirse aceptados por lo que son. Por eso, la primera pauta a aplicar es no dramatizar la situación. Si lo hacemos, asustaremos al niño, lo haremos llorar, se sentirá fatal e, incluso, tendrá miedo a sincerarse con nosotros en el futuro.
La comunicación afectiva, escucharlos y actuar con empatía es fundamental. Ellos, deben sentirnos como un apoyo para la resolución del problema, no como una parte adicional del mismo. El pequeño necesita apoyo, ánimo y aliento, no reacciones depresivas que terminarán por bloquearlo.
Lo principal, es identificar por qué se han producido esos bajos resultados que pueden llevar al fracaso escolar. Su opinión es importante, pero la de los especialistas todavía lo es más. Recopilar la información oportuna de todas las partes implicadas es el primer paso para contrarrestar ese fracaso escolar.
Abordar un posible fracaso escolar
Ante unas malas notas, los niños necesitan sentirse aceptados, queridos y arropados. Eso no significa alimentar la autocomplacencia: exigirles también es importante. Pero siempre, de un modo amoroso, considerando sus capacidades y sus limitaciones reales.
El siguiente paso, es comprometernos con la resolución de sus carencias, motivándolos hacia el estudio de una manera inspiradora. Sin lugar a dudas, lo mejor es confeccionar con ellos un plan de estudios objetivo, realista y motivador, y ayudarlos a cumplirlo.
Para terminar, resulta fundamental valorar sus logros y progresos, incentivarlos con nuestro cariño y aplauso, alentarlos en los momentos de debilidad o dificultad y, sobre todo, acompañarlos durante todo el proceso.
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