“Tú no sabes quedarte. Llegas, desordenas mi vida y te vas: lo tuyo no es amor. Es turismo emocional.” (Edel Juárez)
Cuando sufrimos una ruptura o hemos tenido malas experiencias con el amor, somos como un barco que pierde su brújula, va sin rumbo, y en algún momento parece que nos hundimos y en otros no sabemos hacia dónde nos dirigirnos. Puede incluso darnos la sensación de que perdemos el control de nuestra vida, de nuestro futuro, y todo lo que parecía estable acaba desapareciendo.
Ante estas circunstancias, muchas personas pasan por un proceso de duelo que se convierte en una reconstrucción de sus propias vidas y una oportunidad de relaciones nuevas en el futuro. Sin embargo, otras personas, bien sea por una huida ante el dolor o por un proceso de defensa, se insensibilizan o se toman los vínculos interpersonales como una actividad turística a partir de la cual, parten de un lugar para llegar a otro con la finalidad de explorar, experimentar placer, aventura y momentos de alegría y euforia sin pensar mucho en el compromiso y las responsabilidades que implican estar en pareja.
¿Qué es el turismo emocional?
El concepto del turismo emocional es muy poco conocido. El turista emocional es aquella persona que puede estar abatida por las recientes tormentas y no sabe a dónde va o, quizás, tampoco busca ningún puerto. También podemos encontrar a turistas emocionales que están “desesperados” por encontrar un paraíso, iniciando su viaje con expectativas de encontrar la “pareja perfecta” En cualquier caso, estas personas resultan ser más bien náufragos que exploradores aunque su sensación inicial sea otra.
Y ¿qué hay de aquellos que acaban relacionados con turistas emocionales? Son personas emocionales si pero, como dice la canción del grupo argentino La Mosca, “todos tenemos un amor que nos complica la vida”. Y es que los que están del otro lado, en el puerto, acaban viendo en el turista emocional una estrella fugaz que aparece y desaparece; que a veces está presente y otras simplemente no muestra ninguna señal, para después volver al otro con toda naturalidad.
Características del turista emocional
El turista emocional suele tener la filosofía de “arriésgate a ver qué pasa”. Sin embargo, muchas veces lo que se pretende es querer a ratos, prenderle fuego a una amistad, entrar en el juego histriónico de ir y venir: alegrar el día y quebrar al otro al marchar, pero siempre considerando que no es una despedida porque en algún momento aparecerá de nuevo. A lo largo de este turismo emocional, se acaba desarrollando un sentimiento siempre latente dentro de tanta inestabilidad; que no tiene nombre ni apellido y es complejo de explicar. Muchas veces suele ser adictivo y generando dependencia.
El turismo emocional implica la emoción de lo nuevo y la atracción por lo inusual; ambas personas (o al menos una de las involucradas) sabe(n) que quiere(n) compartir con el otro pero a la vez, no hay ninguna seguridad. Esa cuerda floja sentimental, aunque desespera, motiva a seguir y llegar al final que a veces puede ser el comienzo de una relación pero muchas otras, consiste simplemente en disfrutar del viaje y hasta una nueva oportunidad. En este punto se debe tener cuidado porque ser turista emocional puede convertirse en un estilo de vida para nunca involucrarse y evitar la intimidad y el dolor emocional.
No obstante, muchas personas señalan que desean vivir el turismo emocional durante un tiempo, sobre todo luego de transitar por relaciones de larga duración. De alguna manera, “quieren volver a salir al mar, navegar por nuevos rumbos y conocer la diversidad de fauna”, si seguimos la metáfora del barco. De hecho, muchos arriesgan y asumen la responsabilidad de perderse en algunos destinos y de querer quedarse en otros, pues han estado durante mucho tiempo fondeados en destinos que no le satisfacían. Para muchas personas, especialmente las personas emocionales, del recorrido se obtiene un aprendizaje y esto les permite revisar de vez en cuando su horizonte, comprobando después de varias estaciones a cuál destino quieren llegar y quedarse. La experiencia bien llevada del turista emocional permite a la persona, saber partir y saber estacionarse, encontrar y encontrarse.
¿Eres un turista emocional?
Finalmente, la mayoría de personas se convierten en “turistas emocionales” porque buscan o anhelan el retorno de la vida en pareja. Se otorgan el permiso de navegar, aunque en algunas ocasiones no cuentan con el “equipamiento adecuado” para iniciar la travesía o muchas veces, están debilitados por una ruptura previa. El papel del psicólogo y del psicoterapeuta de parejas es, en estos casos, ayudar a la persona a hacer los ajustes necesarios para seguir con su vida, ayudarle a ver cuándo debe detenerse, permitirse el dolor, cuándo seguir sin desesperar y sobretodo, cuándo la vida de turista se está convirtiendo en una coraza ante la verdadera vivencia emocional del afecto correspondido.
Es duro ser turista emocional, esa sensación de nunca encontrar lo que se desea, con el tiempo causa agotamiento