Hace apenas dos semanas que terminó el curso más atípico que hemos vivido todos los que pertenecemos a la comunidad educativa. Ha sido duro, intenso, estresante y, a la vez, un reto más que nos puso a los docentes esta maravillosa profesión.
Durante este periodo he visto a alumnos, compañeros y padres agobiarse más de la cuenta. Toda la comunidad educativa hemos tenido que adaptarnos a una nueva modalidad de enseñanza-aprendizaje en tiempo récord. No ha sido fácil para nadie, pero lo hemos conseguido entre todos. Podría ser un ejemplo claro de que, cuando todos los que formamos parte de centros educativos — padres, alumnos y docentes– remamos en la misma dirección, todo se consigue mucho más fácil.
La familia en el área educativa
Desde los colegios, se lleva mucho tiempo insistiendo en la importancia de la implicación de la familia en la tarea educativa de los centros. La verdad es que cada vez me encuentro más padres con ganas de ayudar, de aportar ideas… y esta etapa puede haber sido un momento clave para que todos entendamos que debemos estar muy unidos para conseguir el objetivo común que, bajo mi punto de vista, no es otro que sacar lo mejor de los alumnos, tanto a nivel personal como curricular. Si bien es cierto que no siempre es posible por diversos motivos, como las horas de trabajo de los padres fuera de casa o la consideración errónea por parte de algunos docentes de que no es muy eficaz la presencia de los padres en las escuelas, tal vez sea el momento de encontrarnos, de llegar a ese punto de acercamiento entre las familias y las escuelas, que permita a los padres ser una parte activa de este proceso educativo.
La docencia en tiempos de crisis
En lo referente a los docentes, he podido comprobar de primera mano la capacidad que tenemos para adaptarnos a las situaciones que se nos presentan, a los cambios, a las distintas metodologías… y a ser autodidactas. He visto como compañeros y compañeras mías, no muy dados al uso de la tecnología para complementar sus explicaciones, se han adaptado a una nueva manera de enseñar, de corregir, de explorar, de ver a sus alumnos, nuestros alumnos, a través de videollamadas. No ha sido fácil. Nervios, agobios, cierta impotencia en ocasiones e, incluso, alguna lágrima. Pero también esfuerzo, investigación, dedicación plena para terminar el curso de la mejor manera posible y disponibilidad total para todo aquello que nuestros alumnos pudieran necesitar. Creo que hemos brindado una atención extra a las necesidades de los padres para que no se les hiciera tan duro el combinar el teletrabajo con la necesidad de participar en las tareas de sus hijos. Creo que, una vez más, hemos puesto corazón, cuerpo y alma. Y cuando se pone todo eso te das cuenta de que el esfuerzo siempre tiene recompensa, que no es otra que ver crecer en todos los sentidos a tus alumnos.
La educación y docencia durante el Coronavirus
Resulta curioso, a la par que cierto, el siguiente análisis: el periodo del confinamiento, que nos ha alejado a todos, nos ha permitido acercarnos mucho más a nuestros alumnos de manera individualizada, aunque sea con pantallas de por medio. Hemos estado más lejos y a la vez más cerca que nunca. Y es el objetivo que los que amamos esta profesión perseguimos a diario. Todas las metodologías tienen sus cosas buenas y sus cosas no tan buenas, pero lo que está claro es que la más efectiva es la de Andrés, Jaime, Silvia, Beatriz, Elena o Soledad. Es decir, la metodología que más conviene a cada uno de nuestros alumnos. Es lo que he reclamado y reprochado siempre a todos, incluido a mí, pero muchas veces hemos caído en el agobio y las prisas por acabar el temario y cumplir con los estándares marcados por el currículo. Eso sí, auguro que a la vuelta nos quedará un trabajo emocional importante. Lo haremos, y lo haremos bien. Mirando el lado positivo, tal vez así, desde la administración se le dé la importancia que merece a la educación y conocimiento de los sentimientos.
Dejo en estas líneas el último lugar a los alumnos. Pero no se confundan, para un docente siempre ocupan el primer lugar. Y para el que escribe, mucho más.
¿Y qué ha ocurrido con los alumnos en este periodo? Pues lo que se esperaba y, como siempre, algo más.
Consecuencias del confinamiento para los niños
Considero que ellos son los mayores perjudicados. ¿Por qué? Porque han tenido que renunciar a lo más preciado e importante para ellos: la relación presencial con sus iguales.
Cierto es que, mirando el lado positivo, ellos han podido estar con sus padres día tras día, cosa que no ocurre en una situación normal si no es en el tiempo de vacaciones. Seguramente les ha unido más, han podido acercarse los unos a los otros, y eso siempre será positivo para el alumno. Pero también han debido adaptarse a esta nueva modalidad de clases, de trabajo, de estudio…. Y lo han hecho de maravilla.
Además, según me han comentado, han aprendido a cocinar, a hacer repostería, tareas del hogar…. también a entender, en cierto modo, los trabajos de sus padres. Han aprendido a hacer cosas que tal vez en nuestra “antigua normalidad” no lo habrían hecho debido al ritmo frenético de nuestras vidas y las suyas. En definitiva, creo que han crecido como personas.
No sé ustedes, pero yo con 12 años la única preocupación que tenía era jugar y volver a jugar. Y la única responsabilidad, estudiar. Ellos, con esa edad o menos, han sido conscientes de que con su responsabilidad y comportamiento, estaban salvando vidas. Y me siento muy orgulloso de cómo lo han hecho. Chapeau.
Por último, quería hacer referencia al título que arropa estas líneas: La educación confinada. Como ven, he intentado resumir el sentir y hacer de todos los participantes de la comunidad educativa, pero escondía una pequeña reflexión.
El sistema educativo de hoy en día
Creo, humildemente, que el sistema educativo lleva confinado muchos años, encerrado por leyes que cambian cada cuatro años, según gobierne uno u otro; mucha metodología parecida a la de siempre y mucha gente que queremos avanzar, diferenciarnos y, en ocasiones, no podemos o no nos dejan (sobre esto espero hablar en otra ocasión, que da para largo).
Les propongo para acabar, si me lo permiten, un ejercicio: entren en un aula, cierren los ojos y escuchen. Si esa escucha les retrotrae a su etapa educativa, si les hace sentir como si llevaran aquel uniforme y tuvieran delante a aquella profesora, a aquella amiga, estarán ustedes ante lo que yo llamo educación confinada. Si no les ocurre eso, cojan sitio y disfruten. Por suerte, cada vez somos más profesores los que cambiamos el método, la norma…. Como dijo Rita Pierson, maestra estadounidense, “Todo niño necesita un campeón que le haga sentir importante. Somos educadores, nacimos para marcar la diferencia”.