El presente artículo tiene como objetivo dar a conocer cuatro alimentos que por sus características nutricionales influyen beneficiosamente en el funcionamiento cerebral actuando, además, en la prevención de enfermedades neurodegenerativas. Para ello veremos cómo interactúan con el sistema nervioso.
Los Arándanos y el envejecimiento cerebral
Este fruto está considerado un ‘superalimento’ por su alto contenido nutricional y función antioxidante. Los arándanos son ricos en flavonoides. Diversos estudios ponen de manifiesto que esta molécula es un potente antioxidante capaz de modular la función neuronal y prevenir la neurodegneración (Challem, J. & Block, M., 2008)1.
La literatura publicada al respecto sugiere que la ingesta de alimentos ricos en flavonoides como los arándanos, las uvas o las moras se asocia a una disminución en la pérdida de memoria, mostrando efectos beneficiosos en la adquisición, almacenamiento y recuperación de la información. Los flavonoides promueven la plasticidad sináptica y la neurogénesis en regiones como el hipocampo y la corteza cerebral. En este sentido, dado que los procesos neurodegenerativos como la Enfermedad de Alzheimer están implicados en estas áreas cerebrales, incluir los arándanos en nuestra dieta podría ser una estrategia interesante a la hora de disminuir y/o prevenir el deterioro de los procesos neurodegenerativos.
El Chocolate y su función neuroprotectora
El chocolate negro (cuanto más puro, mejor) también es un alimento rico en flavonoides, como hemos comentado anteriormente, éstos cumplen una función neuroprotectora favoreciendo el funcionamiento cognitivo. Recientemente, un estudio realizado por E. Orozco- Alberáez y colabores (2017) en el que se relacionaba el consumo habitual de chocolate y el estado cognitivo en personas mayores concluía haber encontrado una asociación entre consumo habitual de chocolate negro y una menor probabilidad de deterioro cognitivo2.
Las Nueces contra la pérdida de memoria
Las nueces, como fuente de Vitamina E, tienen un efecto neuroprotector. Una de las principales causas de deterioro cognitivo es el estrés oxidativo y el cerebro es particularmente vulnerable a este proceso, entre otras razones, por el elevado consumo de oxígeno que necesita para mantener su actividad.
Al parecer, reduciendo el estrés oxidativo en el cerebro, la vitamina E ayudaría al mantenimiento del rendimiento cognitivo y la plasticidad cerebral). En los Países Bajos se llevó a cabo un estudio durante cinco años y tras este periodo, las personas que consumían menos vitamina E mostraron el doble de pérdida de memoria que aquellos cuya ingesta había sido más alta3. En ese sentido, parece que el consumo de alimentos ricos en vitamina E podría ayudar al mantenimiento de la función cognitiva en personas mayores.
El Pescado azul
El pescado azul por su alto contenido en ácidos grasos Omega-3 es considerado otro de los alimentos estrella. Los omega-3 son ácidos grasos esenciales y su aporte se recibe externamente (en forma de dieta o de suplemento). Entre los ácidos grasos poliinsaturados se encuentra el DHA. Su concentración es muy elevada en áreas ricas en sinapsis y con elevada proliferación neuronal. Las concentraciones de DHA aumentan hasta la edad adulta y disminuyen progresivamente durante el envejecimiento. Se ha observado que los pacientes con enfermedad de Alzheimer, comparados con sujetos sanos de su misma edad, presentan una disminución de esta sustancia. Además, el DHA se ha relacionado con la producción y actividad de neurotransmisores.
En modelos animales, un incremento de la DHA en la dieta facilitó la excitabilidad neuronal, aumentó lo niveles de neurotransmisores y disminuyó el daño cerebral, como se describe en una revisión llevada a cabo por M.P. León & E. Alcolea (2016)5. En el caso de los humanos también se ha demostrado su efecto beneficioso en la mejora de la disfunción cognitiva asociada al propio envejecimiento6.
Si bien es cierto que la mayoría de la literatura escrita al respecto coincide en que los efectos beneficiosos se han observado cuando el pescado es cocinado al horno o a la plancha, pero no cuando está frito.
Bibliografía:
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Challem, J. y Block M. (2008). Antioxidantes naturales: Cómo reducir el riesgo de cáncer, Alzheimer y enfermedades cardiovasculares. Madrid: Ed. Nowtilus.S.L.
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Orozco-Arbelaez, E., & Banegas, J., & Rodríguez-Artalejo, F., & López-García, E. (2017). Consumo habitual de chocolate y estado cognitivo en los adultos mayores españoles. Nutrición Hospitalaria, 34 (4), 841-846.
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Ambrogini P., Betti M, Galati C, Di Palma M, Lattanzi D, Savelli D, Galli F, Cuppini R, Minelli A. alpha-Tocopherol and Hippocampal Neural Plasticity in Physiological and Pathological Conditions. Int J Mol Sci 2016;17(12). doi: 10.3390/ijms17122107
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Nooyens AC, Milder IE, van Gelder BM, Bueno-de-Mesquita HB, van Boxtel MP, Verschuren WM. Diet and cognitive decline at middle age: the role of antioxidants. Br J Nutr 2015;113(9):1410-7. doi: 10.1017/S0007114515000720
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León-Caballero, M. P., & Alcolea-Martínez, E. (2016). Estado nutricional en personas mayores y su influencia sobre el deterioro cognitivo y la demencia. Psicogeriatría, 6(3), 99-109.
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Kotani, S., Sakaguchi, E., Warashina, S., Matsukawa, N., Ishikura, Y., Kiso, Y.,& Yamashima,T. (2006). Dietary supplementation of arachidonic and docosahexaenoic acids improves cognitive dysfunction. Neuroscience research, 56(2), 159-164.