Retomando nuestro tópico de conflicto, convivencia y mediación, se dará cuenta en este apartado de los principales aspectos de la convivencia en los centros educativos. Para ello, definiremos convivencia como un proceso que requiere de distintos componentes, tales como el respeto, la capacidad resolutiva de conflictos, la creatividad de elegir las mejores oportunidades y estrategias para cada situación de conflicto y/o toma de decisiones. Es así como la disciplina, autoridad, normas, estructuras organizativas, son elementos constitutivos de este proceso. Tal es el caso de la disciplina, que debe estar cimentada en el diálogo íntegro constante y acompañado del razonamiento y a capacidad de negociar y persuadir, como también la valorización y respeto por las normas establecidas de base.
En el caso de la autoridad, ésta debe ser a través del reconocimiento prestigioso de una persona y no por el rol en el que se desempeña. La relación entre las partes, debe estar fundada en el vínculo que se crea y en la relación que se establece.
En relación con las normas establecidas, idealmente deben establecerse a través de un trabajo de la comunidad educativa, donde cada unidad sea partícipe demócrata en la composición de las normas que se establecen para el buen funcionamiento de la convivencia.
Desde las estructuras organizativas, éstas deben conformarse a través de organizaciones cooperativas con el afán de ahondar y profundizar en lo ya hecho para consolidar y perfeccionar el trabajo ya realizado. Por otro lado, apuntar hacia una educación pacífica, bajo el modelo conceptual de Educación para la Paz, estructurado por el concepto de paz positiva y perspectiva creativa del conflicto.
Dentro de las causas de la conflictividad se encuentran diversos factores, entre ellos, la sociedad actual (en mi caso hablo de la sociedad chilena), la inserción de la mujer al trabajo, la familia monoparental, las extensas jornadas laborales y los largos trayectos de viaje al lugar de trabajo son algunas de las causas por ausencia de las figuras parentales en los hogares chilenos. Por otro lado, desde los accesos a redes sociales virtuales, la facilidad, el libre acceso, la no supervisión del adulto, promueve conductas replicadas de los niños y no siempre esperadas por los adultos. La baja autoridad de los docentes frente al escenario curso, entendiendo que la figura autoridad se construye actualmente bajo la admiración y respeto por los actos y no por el o los roles que se desempeñan. Finalmente, la soledad y la falta de relación parental con los hijos, la expresión de cariño, la comunicación efectiva, la planificación del día son otros factores influyentes en la causalidad del conflicto.
Dentro de los modelos de gestión de la convivencia se pueden destacar tres:
1. Modelo punitivo-sancionador.
2. Modelo relacional.
3. Modelo integrado punitivo relacional.
El primer modelo, punitivo sancionador, está basado principalmente en la sanción del individuo. El acto de sancionar también es una lección para quien observa la conducta y su repercusión. La característica principal de este modelo es que apunta al poder de la autoridad para la resolución del conflicto y se regula principalmente en las normas establecidas y las sanciones ante el incumplimiento de éstas, centrándose fundamentalmente en un enfoque retributivo de la justicia. Las desventajas del uso de este modelo en cuanto a las limitaciones que presenta apuntan a la no corrección de la conducta esperada, es decir como consecuencia se obtiene un mayor distanciamiento y resentimiento respecto a la institución que le acoge. Por otro lado, en relación al estudiante que erra, no logra potenciarle una moral autónoma; el conflicto no queda resuelto y pareciera que lo importante no es el actor sino quien acusa la conducta es decir el denunciante.
En relación con el segundo modelo, relacional, trata de los actores involucrados en el conflicto. Ellos tratan de dar solución al conflicto a través de distintas instancias de diálogo con el fin de restituir el daño hecho al actor víctima de la situación. Este modelo se caracteriza principalmente por la restitución a la víctima favoreciendo de este modo una moral con mayor autonomía, dejando como un actor pasivo al centro educativo. En cuanto a las limitaciones del modelo se dice que no se garantiza la prevención generalizada, además de invertir en tiempo y energía, puede existir una compleja situación fuera de un contexto educativo en relación con las condiciones que favorezcan el diálogo efectivo.
El tercer modelo, integrado punitivo y relacional, presenta a mí entender mejores condiciones que las anteriores, puesto que el centro educativo ofrece las posibilidades de generar un sistema de resolución de conflicto, mayor diálogo y en un contexto legítimo para las partes. Entre las características que tienen este modelo, se destacan: un sistema de normas establecidos por la institución; un consejo escolar que ofrece la restitución de la víctima y la sanción al actor provocador del conflicto, y un proceso de diálogo que enriquezca la comunicación y resolución de problemas, favoreciendo una mayor autonomía moral. Por último, el centro educativo pasa a tener un rol activo en la ejecución del otorgamiento de legitimización y valor la estructura organizativa para la recepción de este tipo de acontecimientos.
Para un docente estar formado en resolución de conflictos supone estar mejor preparado para su labor educativa. ISEP ha diseñado el Máster en Intervención Psicopedagógica en Contextos Educativos para dar respuesta a esta necesidad.