La educación del siglo XXI ha sufrido y aún es objeto de una transformación profunda. Educadores, sociólogos, psicopedagogos, entre otros profesionales han sido responsables de la creación de diversas estrategias metodológicas que permiten entender cómo avanza esa transformación así como de responder a la diversidad de niños y jóvenes que se integran al sistema educativo.
Los modelos inclusivos en la educación
La inclusión ha sido bandera en los últimos tiempos, pues es absolutamente necesario garantizar la incorporación de alumnos que incluso tengan problemas en el hogar, presenten alguna discapacidad, sean superdotados, disciplinados, indisciplinados o alumnos corrientes. El objetivo es que su inserción esté sostenida sobre parámetros de igualdad, que se reconozcan con facultades o no, y que el sistema les ofrezca los ajustes curriculares requeridos para facilitar el aprendizaje.
En este sentido, las escuelas han adoptado modelos inclusivos para que, a través de un aprendizaje cooperativo, los docentes experimenten la atención dentro de una misma aula, la diversidad. Las individualidades plantean una diversidad natural propia de las sociedades y a su vez de las escuelas, per se. Sin embargo, una vez que se acepta esta concepción, la idea no es evaluar que los jóvenes alcancen los mismos objetivos, sino más bien en qué medida pueden lograrlos cada uno de ellos.
Las aulas inclusivas como motor del aprendizaje corporativo
Los autores Susan y Stainback han realizado un importante aporte referente a las aulas inclusivas que apuestan por un tipo de aprendizaje de cooperación entre cada uno de los alumnos.
El objetivo principal es que se sientan seguros, protegidos y que sea en el centro donde reciban el apoyo tanto en lo educativo como en lo social, garantizando que todos, independientemente de sus rasgos de personalidad, sean reconocidos en igualdad y obteniendo un aprendizaje satisfactorio.
Las comunidades consideradas inclusivas tienen la capacidad de reconocer las características personales de todos los alumnos, sus fortalezas, debilidades, talentos, y ponen en marcha métodos para estimularlos, otorgando especial atención a las relaciones entre iguales.
Esta interacción, hace que los alumnos se conviertan en interdependientes, hecho destacado como relevante para el docente, pues observa claramente en qué grado se relacionan los alumnos, el grado de compromiso que adoptan y los lazos de amistad que pueden llegar a establecer entre ellos.
¿Cómo aplicar el aprendizaje cooperativo en la escuela?
Para aplicar el aprendizaje cooperativo en las aulas, se ofrecen varias recomendaciones a tener en cuenta que, sin duda alguna, brindarán al alumno una manera diferente aprender y fijar conocimientos.
- Es fundamental establecer metas y objetivos claros de la actividad a desarrollar, de forma que los alumnos se motiven y se comprometan a trabajar para lograrlas.
- Organizar al grupo por equipos, creando grupos reducidos de trabajo, de al menos cuatro o cinco personas para desarrollar diferentes funciones. Procurar en ellos, la diversidad y el equilibrio, para lograr una experiencia más enriquecedora.
- Promover valores como el respeto y la comunicación entre los jóvenes. Deben abrirse a compartir sus conocimientos con el resto del grupo. Si es necesario, establecer normas para intervenir.
- Ser guía de la actividad y luego dejarles la responsabilidad de dirigirla. El objetivo es que desarrollen sus propias ideas, definan cómo puedan organizarse e integrarse.
- Utilizar varias metodologías como proyectos, actividades didácticas, debates, experimentos, todos enfocados en la resolución de problemas.
- Ofrecer tiempo para generar debates y contrastar ideas. Emplear recursos como fotos, videos, lecturas.
- Facilitar herramientas para la autoevaluación o la coevaluación, hecho que les permitirá valorar aún más su trabajo.
- Poner a su disposición las TICs para apoyar este aprendizaje, de tal forma que fomenten en ellos la interacción y el feedback de ideas.
Algunas experiencias sobre aprendizaje cooperativo
Muchos centros, han comenzado a poner en práctica diversas actividades para lograr el aprendizaje cooperativo de adolescentes. Entre ellos destacan los talleres de teatro, talleres de lectura, clases de música, cursos de idiomas, y más.
Por ejemplo, aprender un nuevo idioma obliga a la interacción entre alumnos, propiciando que el lenguaje se internalice de manera más sencilla. Estas experiencias en equipo, generan confianza en los alumnos y, además, aprenden de sus iguales.
En el caso de los talleres de teatro y lectura resultan muy didácticos pues permite a los jóvenes que trabajen en pequeños y grandes grupos realizando una serie de actividades en las cuales es esencial la participación de cada uno.
Lo cierto, es que estas actividades, propician positivamente este aprendizaje, y más aún si el maestro o guía pone en práctica algunos recursos que facilite al alumno el aprendizaje de contenidos.
Todas estas experiencias, son válidas para el desarrollo del aprendizaje cooperativo en el aula, aprendizaje que hoy día se constituye como una de las herramientas más efectivas de integración entre los alumnos en edad adolescente.
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