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La Increíble Capacidad Terapéutica de los Animales

La Increíble Capacidad Terapéutica de los Animales

La relación del humano con la naturaleza ha evolucionado en paralelo con los grandes cambios de la humanidad. El vínculo entre personas y animales silvestres y domésticos, también. Pero, independientemente de cómo fue en los inicios de la historia humana y de cómo es ahora, es inevitable concebir un mundo sin que el ser humano, como especie, se vincule con otros seres vivos y componentes del ambiente. Y esto es porque hemos conseguido inmensas ventajas, tanto a nivel individual como colectivo, de nuestra relación con la naturaleza.

¿Por qué animales y naturaleza en distintas etapas de nuestra vida?

Aunque crezcamos y vivamos en un entorno tan artificial y construido como lo es una ciudad, la mayoría de las personas sentimos curiosidad y cierta atracción hacia la naturaleza y sus componentes: conocerla e interactuar con ella hasta el punto de beneficiarnos y llegar, lamentablemente, a explotarla y perjudicarla, es algo que el ser humano lleva haciendo desde que existe como especie en nuestro planeta.

Al ser animales, más o menos evolucionados que otras especies animales no humanas, es lógico que tengamos inclinaciones a relacionarnos con ellos y establecer así algún tipo de conexión.

A algunos animales les tememos y respetamos por su peligrosidad e incluso, capacidad de matarnos (aunque no existe especie animal más mortal que la humana). Con otros animales, hemos logrado establecer un vínculo que nos favorece y que, incluso, ha mejorado mucho nuestra vida. Los animales de granja y los animales domésticos de compañía son un claro ejemplo. Han sido ya insertados en nuestra sociedad y están presentes directa o indirectamente en nuestras vidas. Es por ello que, es normal que un niño pida a sus padres “tener un perrito/gatito/pajarito/caballo/inserte otro animal” como mascota.

¿Por qué tener un animal de compañía?

Un animal de compañía es una fuente de estimulación completamente diferente: la relación que establecemos con nuestro compañero animal no se puede comparar con la relación que podemos establecer con otra persona. Aunque a veces sentimos que nuestro perro o gato nos conoce tanto que sólo falta que nos hable, afortunadamente ellos muestran afecto e interés en nosotros a su manera: sin prejuicios ni críticas, es decir, sin creencias a partir de nuestro físico, del color de nuestra piel, de nuestra religión, de nuestra orientación sexual, de nuestros ideales políticos…

Así que sí, se puede definir el amor entre una persona y un animal de compañía como “casi incondicional”. Y con “casi incondicional” nos referimos a que nuestro perro o gato u otro animal nos puede mostrar afecto sin límites, pero para que sea una relación sana, debe estar presente el respeto, la confianza, la paciencia, la constancia, la responsabilidad, y el conocimiento e interés por las necesidades del otro. Y esto es una razón muy poderosa para incluir a un animal de compañía en nuestra familia: nos ayuda a mejorar nuestra capacidad de empatía, súper importante especialmente en niños y adolescentes, para tener niveles de bienestar mental adecuados.

Beneficios terapéuticos de un animal de compañía

  • Son una fuente de estimulación física y motora, sus cuidados requieren mantener una actividad física mínima y ejercitar la psicomotricidad fina y gruesa.
  • Sus distintos pelajes, olores, sonidos, movimientos, enriquecen nuestra capacidad sensorial.
  • A nivel de autoconcepto y autoestima, el poder cuidar de un ser vivo y recibir su feedback positivo o negativo casi de inmediato y sin filtros nos permite mejorar nuestra propia estima y concepto: lo que expresan los animales es puro y sin “intenciones ocultas”, es decir, son prácticamente un espejo de nuestras reacciones ante diferentes experiencias.
  • Cognitivamente, un animal de compañía puede mejorar nuestras capacidades de atención y memoria, ayudarnos a tomar más rápido y mejores decisiones, fortalecer el autocontrol, entrenar nuestra capacidad visoespacial, favorecer nuestras capacidades comunicativas (en especial el lenguaje no verbal) y ayudar a resolver problemas simples y complejos.
  • Un animal de compañía es un catalizador social: es una fuente de socialización con otras personas que tienen también animales de compañía o, simplemente, les gustan los animales y/o la naturaleza. Además, nos obligan a interactuar con otras personas, ya sea en los paseos, en el veterinario, en la tiendas al comprar su alimento y otros productos…
  • A nivel emocional, es en donde son más evidentes los beneficios de los animales de compañía. Suelen ser muy valiosos para personas que se sienten solas, aisladas e, incluso, que podrían estar pasando por una depresión: además de brindar muestras de cariño, son seres vivos que dependen de los cuidados de su cuidador, por lo que “obligan” a ser responsables: levantarse de la cama en las mañanas para atenderle, darle de comer, sacarlo a pasear, jugar y entretenerle, administrarle medicamentos si está en tratamiento, asearle… También los animales de compañía pueden ayudarnos a mejorar nuestra inteligencia emocional, a identificar nuestras propias emociones a través de sus reacciones directas y honestas, y observar el efecto agradable o desagradable de nuestras reacciones emocionales. Además, a través de las experiencias con ellos, podemos vivir un montón de emociones y beneficiarnos al aprender a gestionarlas mejor: felicidad, tristeza, rabia, desagrado, miedo, frustración, calma, ansiedad, enamoramiento, aburrimiento, celos…
  • Son fuente de motivación ante distintos retos que puedan aparecer a partir de ser sus cuidadores.

¿Qué son las Intervenciones Asistidas con Animales (Terapia Asistida con Animales)?

Las evidencias de que establecer relaciones significativas con animales de compañía resulta ser sumamente beneficioso para las personas, ha provocado un aumento de profesionales interesados en ir más allá y a través de las formaciones especializadas en Terapias Asistidas con Animales, desarrollar estrategias que permitan aprovechar al máximo el vínculo humano-animal en diferentes escenarios, con distintos colectivos, con diversos objetivos y con variadas especies animales.

Actualmente, apenas se discuten los beneficios de integrar animales en los protocolos de personas con discapacidad, así como en programas educativos para sectores que requieren una ayuda especial, como la población penitenciaria, los ancianos, personas con problemas emocionales o del comportamiento, personas con diagnósticos de trastornos mentales, niños con problemas de aprendizaje…

De estos beneficios surgen las Intervenciones Asistidas con Animales (IAA), aquellas intervenciones en los ámbitos de la Salud, la Educación y lo Social, que incluyen la participación de animales especialmente seleccionados y entrenados, cuyo propósito es contribuir a la mejora terapéutica, social y/o educativa de las personas.

Objetivos de la Intervención Asistida con Animales

Dentro de los múltiples ámbitos en que los animales pueden resultar valiosos, y según los objetivos de la intervención, las IAA pueden clasificarse en Educación Asistida con Animales (EAA), Terapia Asistida con Animale (TAA) y Actividades Asistidas con Animales (AAA).

Esto no quiere decir que las IAA sustituyan a otros tipos de intervenciones, como la psicoterapia convencional, tratamiento farmacológico, tutorías escolares u otros tipos de actividades. Pero la presencia de un animal específicamente elegido y preparado para una Intervención Asistida con Animales (IAA) podría motivar el cumplimiento de objetivos, acelerar procesos de aprendizaje, provocar mayor adherencia a un programa de intervención, mejorar la relación receptor/usuario-profesional, apoyar el proceso emocional que acompaña a la intervención, fomentar la comunicación y expresión emocional, y generar un ambiente de confianza; es decir, las IAA ofrecen una alternativa que complementa la consecución de logros en diversas áreas del desarrollo humano, así como en diferentes etapas evolutivas y en diferentes contextos.

El rol de los animales de compañía durante la pandemia

Si para cualquier persona, en mayor o menor medida, la pandemia por coronavirus COVID-19 fue y sigue siendo un gran reto, no menos lo ha sido para nuestros compañeros animales. Su rutina y maneras de relacionarse con otros de su misma especie y de especies distintas ha cambiado y, como nosotros, han tenido que adaptarse a estas nuevas circunstancias que afectaron a todo el planeta.

Sin embargo, el haber podido atravesar esta emergencia sanitaria junto con nuestro animal de compañía seguro supuso para muchos cuidadores un alivio del estrés y la ansiedad presentes en los primeros meses de la pandemia. Ante la incertidumbre y novedad de lo que estaba ocurriendo, pudimos apoyarnos emocionalmente en nuestro perro, gato u otro animal de compañía. Además, representa una forma de mantener cierta estabilidad, especialmente en lo que implica cuidarle y atender sus necesidades básicas. Los cuidadores de perros fueron la gran envidia durante esos meses de confinamiento cuando ellos sí estaban autorizados a salir a la calle, así sea brevemente, para pasear a sus perros.

Durante y después del confinamiento, los animales de compañía pueden ser un “ancla” para mantenernos realistas y evaluar lo favorable y desfavorable de lo que estamos viviendo. A través del vínculo que establecemos con ellos, nuestra sensación de productividad y responsabilidad aumenta, nos sentimos que cuidando de ellos, estamos haciendo algo positivo que beneficia a otro. Pero es que ellos también cuidan de nosotros, nos dan compañía, nos muestran su afecto, nos mantienen ocupados, nos piden atención y actividad física y mental, nos entretienen con sus juegos y espontaneidades.

Que un animal de compañía forme parte de nuestra vida conlleva muchos beneficios y es una experiencia muy positiva y enriquecedora para cualquier persona, sin importar su edad, género, nivel socioeconómico, creencias y actitudes, nivel de funcionamiento…

Implica una gran responsabilidad, es un ser vivo cuyo bienestar depende en grandísima medida, de nosotros, sus cuidadores. Por lo que la decisión de incluir a un animal doméstico en nuestra familia debe ser un proceso racional y consciente.

Poder generar un vínculo significativo con nuestro perro, gato u otro animal es una bonita experiencia vital que nos ayuda a nivel físico, cognitivo, emocional y social. Estos beneficios se observan en mayor proporción a través de las Intervención Asistida con Animales (IAA) y, más puntualmente, en las TAA, en las que se miden objetiva y subjetivamente la capacidad terapéutica de los animales.

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Acerca del autor:

Oriana Rachele Forgione Ciarrocchi
Licenciada en Psicología en la Universidad Católica Andrés Bello (Caracas, Venezuela). Experta en Intervención Asistida con Animales por ISEP (Madrid, España). Experiencia en el área de asesoramiento psicológico, psicología clínica y Recursos Humanos. Desarrollo y dirección de dinámicas de Team Building. Interés en el manejo de redes sociales y redacción de contenido, en la docencia y en la participación y promoción activa de actividades de voluntariado con grupos en riesgo social y con animales no humanos.

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