La etapa de la adolescencia, para cualquier persona implica una serie de cambios (cambios físicos, desarrollo de la sexualidad, mayor exigencia de la responsabilidad y autonomía, menor supervisión de los progenitores, etc.).
La adolescencia en personas con TEA
Durante esta etapa, las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) pueden mostrar algunas dificultades relacionadas con los problemas para el reconocimiento y gestión de las emociones, la tendencia a posturas más rígidas y los problemas de interacción social, que pueden llevar al aislamiento.
Además, teniendo en cuenta la presencia de intereses restringidos en el autismo, es posible que éstos sean diferentes a los de otros adolescentes y puedan surgir sentimientos de soledad o incomprensión. Así mismo, pueden aparecer algunas alteraciones conductuales debido a la dificultad para identificar y gestionar sus emociones, además de las dificultades de comprensión de las situaciones sociales y Teoría de la Mente.
Algunas personas con TEA, y más en la etapa adolescente, presentan dificultades para sostener unos buenos hábitos de higiene y cuidado personal. Eso puede dificultar que encuentren y sean aceptados por un grupo de referencia. Aún así, cabe mencionar que cada persona es diferente y el espectro es muy amplio y en consecuencia, no es así en todos los casos. En otras ocasiones, pueden aparecer rituales obsesivos con la higiene. Teniendo en cuenta estas dificultades, se recomienda enseñar de una manera explícita y mediante soportes visuales adecuados a su edad cronológica y capacidad cognitiva, las reglas comportamentales apropiadas a su edad.
Preparar la entrada a la adolescencia
Antes de llegar a la etapa de la adolescencia y durante ésta, es importante entrenar y trabajar con el/la adolescente las habilidades de búsqueda de ayuda ante situaciones conflictivas. Además, es preciso que los padres sean conscientes de lo que supone este período y acepten la independencia que supone, puesto que una supervisión absoluta o excesiva no beneficiará al adolescente.
Seguidamente, centrándonos en el área del desarrollo afectivo, las personas con autismo pueden presentar dificultades relacionadas con el déficit de reciprocidad. Por ejemplo, es posible que algunas personas puedan tener una percepción unilateral de la relación íntima y en consecuencia, hagan aproximaciones inadecuadas hacia la persona por la que se sienten atraídos. Además, pueden aparecer dudas sobre su identificación sexual y la comprensión de la sexoafectividad y las relaciones íntimas.
Teniendo en cuenta estas particularidades y dificultades, es importante educar de forma explícita y neutral sobre la sexualidad y relaciones afectivas, además de explicar cuál es el rol esperado en las situaciones de pareja y entrenar en habilidades sociales para iniciar y mantener relaciones de amistad o bien relaciones íntimas. En ocasiones, será necesario hablar abiertamente sobre ciertas situaciones sociales y sobre todo entrenar estrategias de rechazo ante acercamientos no deseados, además de promover la identificación y reconocimiento de situaciones peligrosas o indeseadas y proporcionarles herramientas para poder prevenirlas y evitarlas.
Importancia del acompañamiento en esta etapa
A modo de conclusión, es importante que la familia y entorno cercano al adolescente con TEA pueda realizar un buen acompañamiento anticipándole de los posibles cambios y situaciones que puede vivir durante este proceso. Además, es conveniente generar un clima de confianza que favorezca la comunicación entre el adolescente y su entorno más cercano, y así poder proporcionarle herramientas y estrategias para una gestión más adaptativa de las situaciones que pueda encontrarse y vivir. Finalmente, destacar que es importante empoderar a la persona con TEA y proporcionarle los apoyos que necesita.
Buen día, me pareció excelente esta información. Tengo una chica de 16 a la cual no he llevado al psicólogo pero por lo que he leído está dentro del espectro autista porque no le gusta socializar con muchas personas.