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El acoso escolar: el océano de la vida

El acoso escolar: el océano de la vida

“La calma absoluta no es la ley del océano. Lo mismo ocurre en el océano de la vida”.

Paulo Coelho

Si leemos los titulares de noticias que aparecen en los medios de comunicación sobre el acoso escolar, rotundamente son escalofriantes. Nos arrojan datos que nos tienen que invitarnos a reflexionar sobre el tema. No podemos mirar al costado, ni quitar hierro al asunto: “Uno de cada tres adolescentes entre 12 y 16 años se ven involucrados tanto sea como agresores o como víctimas de situaciones de abusos”, “El 6% de la población escolar ha sufrido acoso y va en aumento”, “Entre el 25 y 30% de la población escolar han sido víctimas de agresiones y maltratos”.

Importancia del acoso escolar

Tenemos que desmitificar las frases perpetuadas, que nos hablan de que el acoso en el ámbito escolar ha sucedido siempre, en todas las culturas y que son cuestiones inherentes de niños/as y adolescentes en crecimiento, como si la violencia se manifestara de manera espontanea, sin la necesidad de tomar medidas en el asunto.

Importa el motivo, el territorio donde se desarrollo el acoso, cuantos participan, si toman un rol u otro y si esas acciones se hacen extensibles a las redes sociales de manera indiscriminada. Cada componente nos lleva a focalizar el deterioro de valores, la poca sensibilidad a lo desconocido y la discriminación en todo su espectro.

Víctimas vs. acosadores

Lo primero que salta a la luz es que se establece un desequilibrio del poder, en el cual la balanza oscila en dirección hacia el hostigamiento verbal, emocional, físico, que se refuerza y multiplica con la intencionalidad en el que esas actuaciones violentas se repitan y se hagan extensibles en tiempos y espacios. Debemos sumar, la indefensión de las victimas a los que se los penaliza, estigmatiza y se les ubica en el lugar de la exclusión a la víctima que, en algunas ocasiones, podría desembocar en conductas extremas.

La escuela tiene un gran reto, quizás el mayor de los desafíos en estos tiempos, que es abordar la inteligencia emocional, en el amplio sentido de la palabra y fortalecer la autoestima, la empatía, la regulación de la impulsividad y sobre todo la diversidad y resiliencia. Cada una de estas palabras son una pieza para poder construir un rompecabezas en que todos estamos involucrados.

Tipos de acoso escolar

Hacer la vista gorda, hace que cada una de las intimidaciones desfiguren cada vez más a la persona acosada. La variedad puede ser muy extensa y pueden ir desde las intimidaciones verbales (poner motes, insultos, gestar rumores, etc.) las intimidaciones  emocionales (amenazas fundadas en el miedo, prejuicios, preconceptos sobre determinados colectivos y grupos socioculturales,  la imposición de la víctima ha hacer cosas que no quiere hacer etc.), las agresiones físicas (collejas que pasan desapercibidas, pequeños hurtos que se van generalizando, puñetazos, codazos, palizas, juegos sucios en el deporte, aislamiento social), acoso de carácter racista, de género, naturaleza sexual (frases estereotipadas que afectan la dignidad de la persona, videos humillante, etc.) el anonimato como fórmula de acoso escolar (creando intriga y potenciando la mentira a través del móvil, correo electrónico, asechando y espiando).

Ponerle fin al acoso escolar

Hablar sobre el acoso escolar en diferentes ámbitos es un principio de solución, no es una cuestión de críos y deben estar informados todos. Cada asignatura podría aportar de manera transversal; darle visibilidad, desde ver películas que nos pueden aleccionar, iniciar campañas proactivas, buscar la frase de la semana, hacer una exposición artística sobre la convivencia, participar en el club de lectura, leyendo obras de autores que hablen sobre la dimensión del acoso, realizar juegos deportivos y de convivencia sin trampas, supervisar espacios de convivencia comunes (baños, recreos, pasillos, etc.), hacer asambleas donde todos tengan voz y voto, donde se pueden llegar a acuerdos, plantear objetivos dirigidos a las  personas vulnerables, que puedan decir con todas las letras aquello que les resuena cuando son vulneradas.

Que los espectadores del acoso, que muchas veces por miedo cruzan las líneas rojas de los agresores, pueden hablar sobre cómo se sienten y reorientar la inseguridad y complacencia ante las injusticias. La escuela tiene que poner el acento en integrar las conductas adaptativas y redirigir la impulsividad desmedida y falta de ausencia de empatía y aprender a ponerse en los zapatos de las víctimas.

El papel de la escuela ante el acoso escolar

Bajar los índices de violencia, no es un paso, sino una consecución de pasos que requiere de compromiso, políticas educativas, de hacer una escuela poliédrica: activa, constructiva e inclusiva y transformar las situaciones invisibles en visibles para dar soluciones prácticas, consensuadas y conciliadoras. Hay mucho trabajo por delante, hay que navegar por el océano.

Es un proyecto a largo plazo, que debería quedar reflejado en currículos escolares dinámicos, con profesionales formados y sobre todo con implicación de todas las partes, siendo flexibles para ser capaces de compartir acciones de mejora, revisables e inclusivas. Como corolario pondría el énfasis en: es hora de dar el paso, en una misma dirección.

 

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Acerca del autor:

Daniel Rodríguez Boggia
Psicopedagogo y logopeda. Docente de varios masters de ISEP.

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