En el post de hoy nuestra antigua alumna Sofía Villacorta viene a hablarnos sobre la empatía.
Definición de empatía
Google define la empatía como la “participación afectiva de una persona en una realidad ajena a ella, generalmente en los sentimientos de otra persona.” Aunque comúnmente nosotros la definimos como “la capacidad de ponernos en el lugar de otro.” Actualmente, se habla mucho sobre la empatía, sin embargo, ¿realmente sabemos qué es lo que conlleva?
Tal como la definición lo explica, el hecho de ser empático significa involucrarnos en una realidad diferente a la nuestra. Hasta cierto punto, implica “entrar” en la mente del otro e intentar comprender porqué él/ella piensa,siente y/o actúa de una determinada forma. Puede parecer muy simple pero, en realidad no lo es ya que, cada uno de nosotros tiene diferentes formas de percibir y valorar lo que nos sucede. Entonces, ¿cómo sabemos si nosotros somos empáticos?
Creo que la respuesta se engloba en dos palabras: no juzgamos. Cuando somos realmente empáticos, somos capaces de ver el problema o la situación del otro desde su perspectiva sin emitir ningún tipo de juicio personal.
Por ejemplo: tenemos a María, la cual se siente muy triste porque su pareja le agrede constantemente y ella no puede terminar esa relación. Obviamente, nosotros sabemos que para María esa situación no es favorable y que debe dejar esa relación de pareja.
Si nuestro objetivo en este caso fuese empatizar con María, deberíamos intentar entender como María ve la situación, como ella ve a su agresor y, por más difícil que parezca, tratar de comprender porque es incapaz de terminar esa relación.
No obstante, lo primero que solemos hacer es emitir un juicio del tipo: “María, deberías de terminar con esta relación pues no te está haciendo bien.” Aunque esto sea cierto, al abordar a María de esa manera, estaríamos viendo el problema desde nuestra perspectiva y no desde la de ella, por lo que dejaríamos de ser empáticos.
La empatía, algo mucho más complicado que ponerse en el lugar de otro
Con este simple ejemplo, podemos ver cómo practicar la empatía es mucho más complicado de lo que se piensa.
Una de las razones por la cual caemos en este error, puede deberse a una concepción errónea de esta habilidad ya que, en los últimos años, se ha popularizado la creencia de que ser empático implica resolver el problema de otros. Al pensar de esta manera, podemos llegar a cargarnos con problemas que no nos corresponden y sufrir de trastornos emocionales o desgaste por empatía.
No es hasta que comprendemos que cuando alguien nos busca por apoyo, y no necesariamente para que le resolvamos el problema, cuando nos podremos librar de las “cadenas personales” que nos impiden ser genuinamente empáticos.
A partir de este punto, reflexionemos sobre si estamos realmente capacitados para resolver problemas de nuestros amigos, familiares, o compañeros, y no dejemos de lado la idea de que cada uno tiene su historia, sus propios recursos y sus estrategias personales. El intentar resolver un problema de otro desde nuestro marco de referencia es frustrante pues no vivimos la misma realidad que la otra persona. Lo peor de todo es que a pesar de esto, seguimos “empatizando” de esta forma.
La empatía como nueva perspectiva
Entonces, lo que debemos hacer es adquirir una nueva perspectiva. Veamos a la empatía como una habilidad para realmente intentar comprender al otro, identifiquemos los sentimientos y contenidos de los discursos de otros y brindemos una retroalimentación desde su perspectiva, nunca desde la nuestra.
En esos pequeños encuentros diarios con nuestros familiares, vecinos, amigos o compañeros podemos ir practicando estos consejos para que, poco a poco, logremos ser más comprensivos.
Sólo imaginemos, si aplicamos estos cambios, seriamos una sociedad más sana, más compasiva y más colectiva.
Así dicho, parece una utopía, pero como psicólogos defendemos la postura que podemos cambiar si en realidad nos comprometemos, y recordemos, todos los grandes cambios, comenzaron con pequeños pasos.