En el mundo del Autismo a menudo nos encontramos con chicos y chicas que desarrollan lo que llamamos hiper o hiposensibilidades. Estas consisten en un aumento (hiper) o una disminución (hipo) de la capacidad de percibir alguno de los cinco sentidos así como del dolor. La más común es la hipersensibilidad auditiva y la hiposensibilidad al dolor físico.
El trabajo en esta área es complicado, puesto que no hay ninguna norma estándar que cumplan las personas con TEA (Trastorno del Espectro Autista), sino que una persona puede mostrar un rango de sensibilidad infinitamente diferente a la de otra. Así pues, el vínculo terapéutico, una buena formación en TEA, así como una terapia personalizada a las necesidades del paciente deben ser imprescindibles para su evolución.
¿Qué es la hiposensibilidad?
A día de hoy, todavía se desconoce el motivo por el cual las personas con Trastorno del Espectro Autista muestran estas hiper/hiposensibilidades. La teoría con más fuerza es la de la Dra. en neurobiología Nadine Gogolla que apuesta por una afectación en la ínsula. Según un artículo publicado por Pilar Quijada siguiendo la teoría de la Dra. Gogolla, en la experimentación con animales (ratones con comportamientos TEA) se ha obtenido como resultado que hay un desequilibrio dentro de la ínsula en cuanto a conexiones neuronales de excitación y de inhibición. En otras palabras, un solo estímulo sensorial (ej. un ruido) provoca una respuesta tan intensa (hipersensibilidad auditiva), que por más que se añada otro estímulo (ej. el tacto), este no es procesado. Es decir, un solo estímulo puede saturar todo el sistema.
Intervención en alteraciones sensoriales
Actualmente, encontramos dos líneas de intervención sobre las alteraciones sensoriales: la de los reflejos primarios, aportada por el Doctor en medicina y especialista en psiquiatría Harald Blomberg, y la corriente de la integración sensorial de la terapeuta ocupacional y psicóloga Anna Jean Ayres.
Desde la primera corriente se considera que las dificultades sensoriales de los niños con autismo se deben a no haber integrado correctamente los reflejos primarios de la etapa infantil. Los reflejos primarios son movimientos automáticos dirigidos desde el tronco encefálico que tenemos desde bebés y nos permiten sobrevivir y adaptarnos a las diferentes demandas evolutivas que se nos presentan. Cuando estos no se integran bien provocan que el desarrollo neurológico se encuentre alterado dando como resultado dificultades en habilidades motoras gruesas y finas, así como en la percepción sensorial y cognitiva.
La intervención terapéutica desde esta corriente consiste en la correcta integración de estos reflejos primarios mediante la técnica del Blomberg Rhythmic Movement Training, que consiste en imitar los reflejos que se deberían haber adquirido de niños para así poderlos integrar correctamente y permitir al cerebro la maduración que le correspondería por edad cronológica.
Desde la segunda corriente se considera que las dificultades sensoriales de los niños autistas se deben a no realizar bien el proceso de integración sensorial (registro de la información, orientación y atención, interpretación, organización de la respuesta y ejecución de la misma) que se desarrolla hasta los siete primeros años de vida.
Se establece una taxonomía para trabajar las dificultades en función de donde hay una interferencia en este procesamiento de la información sensorial que reciben o que regresan (Viader, 2015):
1. Desorden en la modulación sensorial:
– Hiporreactividad (falta de reacción).
– Hiperreactividad (respuestas explosivas o de evitación).
– Búsqueda sensorial de estímulos y experiencias.
2. Desorden en la discriminación sensorial:
– Falta de comprensión de la información.
– Descoordinación motriz (control postural, coordinación bilateral).
– Dispraxia (fallos en el aprendizaje).
Actividades en aula recomendadas en la hiposensibilidad e hipersensibilidad
La intervención desde esta corriente se realiza con el uso de aulas sensoriales. Asimismo, solo los terapeutas ocupacionales pueden realizar las actividades pertinentes dentro del aula sensorial. Mediante sesiones de 50 minutos, se utilizan diversos materiales y juegos para trabajar y corregir los canales afectados en el procesamiento de los inputs externos y los outputs que hace el niño.
En este caso, el trabajo multidisciplinar de los terapeutas ocupacionales que corrigen estos desordenes sensoriales junto al trabajo del psicólogo para afrontar y anticipar todas las reacciones que se desencadenan de las híper/hipo sensibilidades es lo que mejor pronóstico presenta para las personas con TEA.
Finalmente, para una adecuada integración sensorial en autismo, se recomienda utilizar los diferentes elementos de las aulas sensoriales sobre todo para subir el arousal de aquellos que tienen un tono bajo y para reducir la excitación en aquellos que tienen un tono de arousal más alto (integrando así la teoría de la Dra. Gogolla), e intercalar breaks sensoriales, como hacer diez jumping jumps entre actividades que suponen mayor concentración (como por ejemplo tareas académicas), ya que ayuda a disminuir la ansiedad y volver a poner el sistema en alerta.
Mi experiencia en niños con TEA trabajando los desordenes de modulación y discriminación aplicando la técnica de integración sensorial en la terapia ocupacional ha sido maravillosa. He logrado regular el procesamiento y recibir respuestas acordes a la situación presentada. Pero además, ésta técnica favorece la aparición de respuestas adaptativas por parte los niños con TEA, conectándolos con el entorno de una manera maravillosa.
Tengo un hijo de 11 años con un prediagnóstico de asperger. Estamos a la espera de consulta con el especialista para confirmarlo. Los problemas en el colegio y para que haga los deberes son constantes. Ya no sabemos qué hacer.
Me encanta ver tu optimismo y espero encontrar por fin algún método que nos haga la vida mas fácil.
Gracias