En nuestra profesión, la motivación es un factor que influye en nuestra actitud delante del paciente y del proceso terapéutico. La motivación es lo que mueve nuestra conducta y nos permite realizar cambios con el fin de alcanzar objetivos. Ésta no solo nos impulsa a realizar algo sino que nos ayuda a persistir en ello.
Como gestionar la frustración
Sin embargo, en diversos momentos, la intervención psicológica produce frustración profesional y personal. Tener una buena capacidad de análisis objetiva y ser consciente de nuestras limitaciones profesionales ayudará a que podamos superar esta frustración para, así, volver a motivarnos con aquello que estamos realizando.
Los profesionales del campo de la sanidad suelen ser personas con una alta incidencia en el síndrome de Burnout. Este aparece como mecanismo de afrontamiento y protección frente al estrés que puede generar la relación entre paciente y psicólogo, así como del psicólogo con el resto del equipo profesional (Gil, 2001), lo que implica que el psicólogo sienta sensación de fracaso profesional y en las relaciones interpersonales con los pacientes (Gil-Monte y Peiró, 1997; Gil-Monte, Peiró y Valcárcel, 1998).
El Síndrome de Burnout
Así pues, en este caso, la motivación puede servir como factor de protección frente al síndrome de Burnout (del mismo modo en que la motivación es importante en nuestra vida diaria, también lo es en el momento en que estamos en consulta o nos enfrentamos a un problema). La motivación por el cambio es lo que nos permitirá salir adelante y ser capaces de superar cualquier problema. ¡Es por eso que la motivación del paciente hacía el tratamiento es de las primeras cosas que se intentan conseguir en consulta! Por lo tanto, tiene sentido que nosotros sintamos esta misma motivación. Sin ella, realizar un tratamiento carece de sentido, pues si no queremos cambiar nuestro comportamiento o la situación que nos preocupa, no conseguiremos nunca una evolución ni un resultado positivo en nuestro paciente.
Consejos para motivarte como psicólogo
Para aprender a motivarnos como profesionales de la psicología, día a día en nuestra profesión es importante tener en cuenta estos 5 puntos, para aquellos momentos en los que flaqueamos:
- Márcate unos objetivos realistas: a menudo querer alcanzar metas u objetivos, que debido a la euforia de quererlos superar creemos poder conseguir, produce que cuando nos hagamos conscientes de la realidad y veamos que no vamos a llegar al objetivo establecido sintamos más frustración de la necesaria. Es mejor empezar con objetivos pequeños, fáciles de alcanzar y, poco a poco, ir aumentando el reto. Un ejemplo de ello es intentar que el paciente llegue hasta allí donde nosotros queremos que llegue. Es importante entender que cada paciente tiene su proceso terapéutico y debemos respetar sus tiempos. Esto ayudará a programar objetivos realistas y más personalizados a él/ella.
- Condicionate día a día para motivarte: es tan fácil ester motivado como no estarlo. Igual que al comer nos saciamos pero luego volvemos a tener hambre, con la motivación sucede igual. Si eres consciente de que cada día debes motivarte un poco, ¡tendrás mucho conseguido!
- Canaliza la motivación en tus emociones: la motivación no deja de ser otro estado más, que nuestra psique es capaz de sentir. Así pues, nútrela con todos los sentimientos para darle fuerza. ¿Has probado alguna vez de escribir una lista con todas las emociones que sientes cuando piensas en aquello que quieres lograr? Este simple ejercicio te ayudara a entender si algún estado personal esta interfiriendo en tu trabajo profesional. En ocasiones, las historias que traen los pacientes activan nuestras propias historias. Ser consciente de que tenemos limitaciones como profesional es la mejor herramienta para evitar caer en errores deontológicos y poner en peligro el bienestar del paciente.
- Transforma las “derrotas” en aprendizaje: a menudo vivimos una recaída o un evento negativo se transforma en un factor desmotivante, que nos apena y nos supone un impedimento para seguir con el objetivo que nos hemos marcado. Sin embargo, es mejor pensar que no es un fallo, sino una lección. Así pues, tómate unos minutos para pensar en qué hay de bueno en ese suceso negativo, qué puedes hacer para que no se repita y tómalo como un impulso para superarte a ti mismo/a.
- Aprovecha tus mejores momentos: la vida no es una línea recta, por lo tanto hay altos y bajos. En el trabajo pasa exactamente lo mismo. Tendrás períodos donde conseguirás todos tus objetivos profesionales y otros en los que parece que todo sale del revés. Sírvete de las etapas más potentes y en las que te sientas más fuerte para dar un paso más allá con tus objetivos.