Una cuestión que preocupa especialmente a docentes y educadores, es si usar un soporte de papel o uno digital influye en el acto de leer y comprender. El eterno debate. Según concluye el profesor, investigador y divulgador científico David Bueno en el Diari ARA, casi un centenar de estudios publicados estos últimos años -muchos de los cuales recopilados y comparados en dos metaanálisis publicados en el Journal of Reserach in Reading y en Review of Educational Reserach-, apuntan que hay algunas diferencias remarcables. Entre los aspectos más destacados, defienden que leer en papel permite entender mejor el texto, favorece que lo recordemos y facilita la reflexión crítica.
Aprendiendo del contexto
Leer no es un proceso innato, sino que hay que aprender de forma expresa. En este sentido, el cerebro, gracias a su gran plasticidad, se adapta a la acción de leer, pero también a las exigencias y características del contexto. Así, cuando leemos, el cerebro no solo se fija en el texto escrito, sino que tiene en cuenta el contexto y también se ajusta a este. Es precisamente el contexto el que nos permite detectar diferencias claras entre los dos soportes.
En la lectura en papel, normalmente solo tenemos un libro o texto delante, lo que facilita que focalicemos la atención. En cambio, los soportes digitales nos permiten tener numerosos documentos abiertos al mismo tiempo, navegar y pasar de una información a otra. Este hecho, que puede parecer una ventaja desde el punto de vista de la accesibilidad al conocimiento, hace que la atención disminuya, y, consecuentemente, la comprensión sea menor, no memoricemos tan bien y no podamos dedicar suficientes esfuerzos a valorarlo críticamente.
Este efecto se explica por el aprendizaje, ya que, desde la niñez, el cerebro aprende y vincula la tecnología digital -como podrían ser las redes sociales- con mensajes breves y con un contexto de sobreinformación e inmediatez. Así, leer en soporte digital hace que, de manera preconsciente, el cerebro se conecte en modo “inmediatez”, a diferencia de cuando lo hacemos en soporte papel.
Orientarse dentro del texto
El otro gran efecto estudiado es el de orientación. Y es que delante de un texto, el cerebro orienta con facilidad lo que está leyendo en el conjunto de la página y del libro, lo que facilita su comprensión e integración en la memoria. En cambio, en los soportes digitales, es común desplazar el texto físicamente por la pantalla, una acción que exige un gran esfuerzo mental. Este empeño mengua otras capacidades claves en el aprendizaje, como son la comprensión, la memorización y la reflexión crítica, ya que los procesos reflexivos son los que requieren más esfuerzo.
Resumiendo, aunque la tecnología digital nos facilita la búsqueda de un dato concreto y democratiza el acceso a la información; el papel ofrece una serie de ventajas muy relevantes, especialmente en el ámbito educativo.