La nueva normalidad viene acompañada de inseguridades y miedos, a pesar de que gran parte de la población esperaba con ansia volver a pisar las calles y volver a “la vida”, muchos de nosotros aún nos mostramos reticentes, y experimentando todo tipo de pensamientos y reacciones, como es el miedo al contagio, sensación de incertidumbre o ansiedad, miedo a poder contagiar a personas vulnerables o a nuestros seres queridos, el miedo a que nos pase algo grave, miedo derivado de leer información o noticias no contrastadas, ser personas con factores de riesgo, miedo a volver al trabajo o simplemente, el miedo a volver a nuestras rutinas de siempre… Miedos que, por tanto, hemos o estamos experimentado la mayoría de nosotros.
Gestión de las emociones en la nueva normalidad
Sin embargo, no solo no tenemos miedo o nos sentimos ansiosos, sino que además tenemos cambios de humor, nos sentimos ambivalentes, tristes, eufóricos, irritables, o incluso enfadados con la situación actual, un cóctel de emociones que muchas veces no sabemos cómo gestionar. Cosas cotidianas como coger un transporte público, ir a una tienda o ir a trabajar, se han convertido actualmente en un desafío para gran parte de la población.
Habrá personas que quizá reaccionen con desmotivación a la vuelta al trabajo y otras que se sientan sobrepasadas de solo de imaginar que tienen que volver a trabajar, generándoles miedo y/o ansiedad. ¿Cuántos de nosotros nos sentimos actualmente como extraños o desorientados al volver a reunirnos para tomar un café con amigos o familiares? Incluso algunos nos sentimos con una especie de sensación de culpabilidad o impotencia por la situación. En estos casos, es muy importante tomar consciencia de que lo que hemos vivido escapa de nuestro control, y que lo único que podemos hacer es intentar adaptarnos poco a poco de la mejor manera posible. Cada uno a su ritmo.
La ansiedad en tiempos del Coronavirus
En términos generales, la ansiedad podemos describirla como una sensación de miedo que tiene lugar sin una amenaza externa clara, que se produce por la anticipación de un estímulo que es considerado como amenazante. Cuando sentimos ansiedad, nos asustamos, pero lo cierto es que la ansiedad es una respuesta adaptativa, un mecanismo de defensa ante situaciones de peligro ya sean reales o imaginadas.
Por otro lado, la angustia haría referencia al componente de tipo fisiológico como por ejemplo: las taquicardias, dificultades para respirar, tensión muscular… En la situación que estamos viviendo, debemos normalizar poder tener miedo y/o ansiedad, puesto que se trata de reacciones adaptativas del ser humano, haciendo además, que seamos más cautelosos y tomándonos más en serio las medidas de higiene y distancia social, por lo que no debemos patologizar dichas reacciones. Por ejemplo, una reacción adaptativa de una persona que tiene miedo a contraer el coronavirus, sería tomar las medidas pertinentes de higiene e ir con precaución, y por otro lado, una reacción desadaptativa sería no querer volver a salir de casa.
Equilibrar nuestras emociones ante un peligro
Como pasa con todo, tiene que haber un equilibrio, ¿Qué pasa cuando esos niveles de ansiedad o miedo sobrepasan los límites? Que reaccionamos con una respuesta emocional exagerada, el organismo se activa en exceso ante un estímulo que no supone un peligro real, dando lugar por tanto, a conductas de evitación, aislamiento o reacciones patológicas (ansiedad desmesurada). Asimismo, ciertas patologías ya asentadas, debido a la situación actual, pueden sufrir una agudización o empeoramiento, como es el caso de la agorafobia, trastorno depresivo, trastorno de ansiedad por separación, trastorno de pánico, trastorno obsesivo-compulsivo…
El ser humano tiene una gran capacidad de adaptación a los cambios, hemos vivido una situación excepcional de estar encerrados en nuestros hogares, y nos hemos adaptado. Ahora de nuevo, tanto nuestro cuerpo como nuestra mente, necesitan un nuevo reajuste, y para ello es fundamental mantener unas rutinas y unos hábitos saludables, buscar las motivaciones intrínsecas, sentirnos realizados, recuperar aficiones, intentar tener la mente ocupada para así, no caer en un círculo vicioso de pensamientos negativos, buscar las emociones positivas o el apoyo social. Estos factores entre otros, serían pilares fundamentales para gestionar la situación actual.
Seamos pacientes con nosotros mismos, aceptemos que no pasa nada por estar tristes, por sentir miedo, por costar adaptamos, estar ambivalentes, cambiantes, apáticos, eufóricos… Y que por supuesto, a veces necesitamos una pequeña ayuda de un psicólogo que nos proporcione herramientas para gestionar mejor la situación, todos nos podemos sentir desbordados en algún momento de nuestras vidas, aceptemos que somos vulnerables que no pasa nada.