En la actualidad las familias cada vez son más grandes y complejas: padrastros, abuelos por parte de la segunda mujer del padre, excuñados… hecho que facilita la aparición de conflictos. Ahora, en épocas navideñas, cuando las familias se reúnen con más frecuencia, nos vemos obligados a compartir mesa con ese primo con el que no nos hablamos o acabamos todos enfadados porque se ha hablado de temas políticos durante la sobremesa.
Después de Navidad aumentan las visitas a las consultas psicológicas, en parte, debido a que esta festividad se ha convertido en una carrera a contrarreloj: ir de cena en cena, de comida en comida en casas de familiares a los que no queremos ver; consumir a veces sin necesidad; o comprar regalos más caros de lo que te puedes permitir nos crea ansiedad. Y es que estas navidades un nuevo factor entra en juego para generar más conflictos familiares con el dinero como protagonista, la crisis económica.
Para que estas Navidades sean una verdadera fiesta, el éxito está en ser una persona de estructura flexible y abierta a los cambios, en respetar la autonomía de cada individuo, en ofrecerse a quien te necesita y, en definitiva, en compartir experiencias vitales y valores con los que te rodean.
